13 de noviembre de 2012

Me llegó la temida y esperada noticia por varios lados y las sincronicidades que siempre nos rodean marcaban ya el camino obligado. Era la muerte de un singular maestro, cercana en el tiempo y en el espacio a la del único que yo y otros muchos reconocemos haber tenido. Fueron pocos los afortunados que se agruparon a su lado y crearon una escuela singular de matemáticas. También, me costa, que muchos no supieron valorarlo, no era fácil. Leerán, hasta cansarse, en este libro sucesos sobre encuentros acausales, que yo afirmo no son tal. Con el tiempo aprenderemos a descifrar los mensajes que llegan con ellos, el más importante la necesidad de buscar el despertar espiritual que la humanidad necesita, para completar su evolución. En lo fundamental, estamos donde estamos y sin movernos desde hace siglos. Déjenos a nuestro maestro y volvamos al camino obligado Sin dudar a las dos de la tarde, me encontraba esperando a mi amigo José Pablo en el bar El Churrasco, y después de tomar unas tapas enfilamos la calle Ríos Rosas para coger la Nacional VI. Ahora con los GPS no hay problemas, todo se reduce a seguir las indicaciones en una pantalla, o si quieres te limitas a obedecer la impersonal voz que te indica lo que debes hacer. Es curioso seguir la ruta en el gráfico, mucho más incomodo, nos molesta menos que seguir las indicaciones de la voz. Quizás sea porque ésta nos acerca más a lo humano, la escuchamos como una inflexible orden que molesta obedecer. En el fondo de nuestro inconsciente estamos deseando que se equivoque, sobre todo si circulamos por lugares que más o menos conocemos, para poder despotricar de la exactitud del GPS. A todos nos ha pasado llevar de “copiloto” el amigo pesado que no podemos asesinar, pero el GPS hasta que nos acostumbramos, y se tarda mucho, es mucho peor. Yo no pierdo la esperanza de leer esta noticia en la primera página, <>. No fue nuestro caso, nuestro coche muy entrenado obedecía solo y el perfecto invento nos desvió en Tordesillas. No se puede pasar por tan singular lugar sin comentar las grandes cosas que allí ocurrieron y así lo hice gracias a mi ¡Phone4, que me abrió todo su saber. Ya no queda en pie el lugar donde paso casi toda su vida nuestra reina Juana, ni donde se firmó el tratado del mismo nombre, o de la línea gorda sobre el Océano Atlántico, fue el 7 de junio de 1494. Después de largas discusiones se acordó trazar la línea, un meridiano a 270 millas al oeste de la fijada por la bula de Alejandro VI, un Papa español, con una larga familia muy explotada por el cine y la televisión. Al final el tratado lo firmaron Isabel y Fernando en Arévalo y Juan II rey de Portugal en Setúbal. Trazada la raya, todo quedo claro a explorar tierras y anexionarlas a sus respectivos reinos, y nuestro Borgia, sin saber nada de los habitantes que poblaran los nuevos mundos, confió ellos <>. Y lo fueron y de buen gusto.. Comentada la historia y obedeciendo giros, siga recto y más giros, nos llevó a la puerta del tanatorio de la Soledad, donde se velaba el cadáver de Agustín García Calvo, al que supongo nunca le gustó el GPS. Allí, Javier hermano de José, se había desplazado desde Salamanca donde vive, y donde ejerció su magisterio nuestro maestro, también catedrático, éste de matemáticas. Javier, militar e hijo de militar, nacido en Ceuta, profesor de árabe, ante la propuesta que se hizo de reducir plantillas al llegar la democracia, se acogió con gusto y se hizo cuenta cuentos y muy famoso. Desde entonces se convirtió en gran admirador de Agustín y ha asistido a cuantas tertulias de él ha podido, por supuesto a las que daba en su Zamora en el Acuartelamiento de Viriato, que el 30 de mayo de 1990 ocupó el pueblo de Zamora con su alcalde, Antolín Martín, del PP a la cabeza, después que fallaran todas las negociaciones para que el Ministerio de Defensa lo cediera al Ayuntamiento. Y allí, faltaría más Agustín dio su primer discurso, que continuaron semanalmente. Tal cual nos contó el cuenta cuentos, en noviembre llegaba la prueba de amor a la palabra donde todo era verbo, que demostraban los discípulos y sobre todo el maestro, que era ya mayor, para resistir el frío del invierno castellano con la pobre ayuda de una destartalada estufa. Las reuniones se celebraban semanalmente en la sala donde se impartía Justicia, sobre su estrado se situaba él. Acudían gentes de Zamora, o como era el caso de Javier gentes de localidades próximas. Ya ven sucede siempre, si existe interés no hay problemas, todo se supera, hasta ese frio que uno tiembla solo al pensar. El refrán lo dice, sarna con gusto no pica. De allí Agustín salta a Madrid y celebra su primera Tertulia Política en la Cacharrería del Ateneo de Madrid, el 21 de diciembre de 2005. Yo, el 30 de mayo del mismo año, acababa de ser elegido secretario primero. Debí acercarme a él más, no lo hice y me arrepiento. Bien es verdad que la tertulia desde el principio funcionó muy bien, y los asistentes eran sobre todo discípulos que adoraban al maestro y acudían puntualmente todos los miércoles, sin crear ningún problema. Por lo que sé muy parecidas a las de lacan, el psiquiatra que remataba a las mujeres de Picasso. Creo se han celebrado unas 350 tertulias, la última se suspendió el 18 de julio, al ser ingresado por un problema cardíaco que finalmente no supero. Fue el día que inauguré la exposición de Alejandra del Corral, ya es tiempo de decirlo yo era por aquellas el presidente de la Sección de Artes Plásticas y por algo lo digo. Lo hecho durante estos casi siete años de tertulias habla de la calidad humana e intelectual de todos ellos que han formado un grupo increíblemente unido. Temo sea muy difícil de continuar al faltar él, una personalidad irrepetible a la que estaban tan unidos, pero algo se debe intentar. La editorial Lucina, fundada por él en el año 1979, ha editado las Grabaciones y Transcripciones realizadas por Teresa Rodríguez Vázquez y Javier Hebrero Delgado, con la colaboración de Miguel Lizano, y por tanto hay una buena base para continuar. Agustín García Calvo (Zamora, 15 de octubre de 1926-Ibidem, 1 de noviembre de 2012), fue muchas cosas, estudio en Salamanca, se doctoró con el profesor Tovar en Filología Clásica, allí fue catedrático de Instituto, pasando a Sevilla a la cátedra de Filología Latina. Posteriormente a Madrid. En 1965 fue apartado de la cátedra junto con Aranguren y Tierno Galván, al solidarizarse con las revueltas estudiantiles. Al tiempo ha hecho de todo, poeta, dramaturgo, ensayista, traductor y filósofo español, pero por encima todo donde mejor se encontraba era en estas tertulias semanales de Zamora y en la Cacharrería. Lo dice él en esta entrevista de hace poco << ? ¿Podrías hablarnos de tu experiencia, larga ya, en la tertulia del Ateneo? ? Sí, llevamos ya va para doce años de tertulia en el Ateneo. Bueno, lo más gracioso que tiene es eso de que es un hecho singular, no creo que haya sucedido nunca, por lo menos que yo sepa, es decir miércoles tras miércoles, vacaciones ninguna de verano ni de nada, con una asistencia de ochenta o cerca de cien cada día, y que sigue así al cabo de cerca de doce años. Es una de las cosas que le consuelan a uno un poco, la singularidad del fenómeno, valga para lo que valga. Y efectivamente, ahí se trata de ejercitarse en esta arte del dejarse hablar: inevitablemente tienen que seguir saliendo opiniones, ideas, mías o de cualquiera de los que asisten, pero bueno, ya se sabe que eso es lo que se trata de anular y de corregir con esa arte>>. Anti sistema declarado, los que conocen el percal no dudaron en concederle tres Premios Nacionales: el de Ensayo en 1990, de Literatura Dramática en 1990, y el de Traducción en 2006. Mucho se ha escrito estos días sobre él. Ante la necesidad de escoger, me quedo con, ”Sabía tanto que no podía creerse nada” de Lucia Méndez, en El Mundo del sábado tres de noviembre. Lucia es zamorana de Palacios de Sanabria y comenzó a escribir en el Correo de Zamora, por lo leído le conocía muy bien. El titular, sacado del texto es contundente: “Sabía tanto que no podía creerse nada”. Si Ortega dijo, lo peor es no saber lo que nos pasa. La negativa de fe del sabio es brutal y sin esperanza. Por ello, ilustrar es un fracaso, lo mejor es engañar. Todo el sistema democrático se funda en este principio, prometer y camelar, por supuesto con la complicidad de todos, en primer lugar de los votantes. Iremos a Poe en otro momento que muere votando y adelantemos, publica “El camelo del Globo” que es su mayor éxito, y continuaremos con Orson Welles, y leeremos mí “El miedo y el engaño”, basado en “I codici del silenzio” de Lore Terracini. Siendo malo que te atemoricen y te engañen, lo peor es que al final te obligan a escoger. Que rogaba, no le obligaran, Manuel Machado. << Que las olas me traigan y la las me lleven/ y que jamás me obliguen el camino a elegir>>. A estas alturas de la vida, cerca del bosón de Dios, andar todavía con esto de la democracia representativa, es un chiste malo. Mucho mejor un GPS que te diga lo que tienes que hacer, probemos ya. El artículo de Lucia termina cuando copia unas palabras de la última entrevista que le hicieron en La Opinión de Zamora. <> . Por esto en contra de lo que pretenden muchos, no fue hombre del 15 M, él no podía ser de nada, aunque se acercara a ellos, donde eso de votar le rompió todos los esquemas. En tiempos de Azaña en el Ateneo, se voto si existía o no Dios. Ganó el no, y uno de los muchos locos que pululaban y pululan hoy, fue corriendo a comunicárselo a don Manuel, que casi muere del disgusto. Votar malditos votar. ¿Se han preguntado porque todo el mundo estaba de acuerdo con los manifestantes de Sol? Mi respuesta, porque estar de boquilla con ellos no comprometía a nada y descargaba las conciencias. La Nuestra Santa Madre Iglesia está y estará con nosotros, faltaría más y hasta el final. Los que pasaban por la plaza y se acercaban a los corros, se limitaban a hacer unos rápidos ejercicios espirituales donde uno allí mismo podía arrepentirse de sus pecados y dejar el propósito de enmienda para hacerlo en casa y por supuesto para al día siguiente volver a empezar, y votar en las siguientes elecciones. Los del 15M, siempre la religión, se quedaron esperando que todo caigan como las murallas de Jericó, y por eso daban una y otra vez vueltas alrededor del congreso, pero les falta el Arca de la Alianza, las trompetas y sobre todo Jehová, para obedecer. Lo grave llegará ahora, en año y medio los problemas reales se han agravado, y estas cosas funcionan, lo dijo Agustín << cuando se da la voz al descontento>> pero no << Cuando se empieza a discutir proyectos y a votar, entonces el aburrimiento cae como una losa sobre la asamblea>>. Nuestro García Calvo, “Sabía tanto que no podía creerse nada”. Yo que no sé tanto, tampoco creo en nada de nada. Y viviendo ahora, una vez más y a la fuerza, con las elecciones americanas todo se confirma, el espectáculo el de todos los medios de comunicación admitiendo, axioma primero, todo se puede prometer para ganar. Que, pena nos hemos perdido a Agustín, comentándolo y también el paso del huracán Sandy, amén el Madrid Arena, y “a más a más”, el señor Mas. Ahora que nos ha dejado, recuerdo lo que dijo <>. Yo opino que sólo podemos creer en nuestra muerte. Me gusta contestar cuando me preguntan, en coña claro, con los versos de Espronceda. En otro momento les demostraré que ni en eso, les contaré alguna historia de cementerios más adelante. La última vez que había visitado uno fue el de Manzanares el Real, acudí buscando la tumba del doctor Eduardo Alfonso, teósofo, masón y ateneísta, y no estaba, fue incinerado. Hablaremos de él, otro hombre maravillo, de los muchos que han vivido con nosotros. Una vez hecha la visita de rigor al tanatorio para la última despedida, nos adelantamos al cementerio de San Atilano, cuyo milagro del anillo y el pez no les cuento porque se lo van a creer. Me gusto el cementerio, limpio y lleno de flores que habían llevado los parientes de los muertos, recordemos el día anterior jue uno de noviembre, e hizo todo más acogedor. Cuando llegó el féretro portado por los brazos de sus amigos y familiares, nosotros ya estábamos esperando. A m Rodeamos la tumba abierta, nos situamos donde pudimos y llego el milagro. “El mundo que yo no viva/ lo pensé como cosa extraña,/como arca de maravilla./ Ay de mi vida”. A mi espalda sonaba una voz emocionada. Una maravillosa voz, que envolvía el silencio de todos nosotros, mientras sonaban las despiadadas paladas de tierra que cubrían el féretro. Y al final llegó el pasado deseo. “ A ese mundo quisiera entrar/ antes que suene la hora/ - ay - de mi vida”. Sonaron aplausos de comunión de todos los presentes, Todos nos dimos cuenta que vivimos un agran momento, momento que sólo era nuestro. Me volví y ahí estaba él, cantando lo que tantas veces había cantado, tremendamente emocionado, con la mirada elevada al cielo de la tarde que comenzaba a irse. `¡Qué tristeza más tremenda y limpia del amigo!. Pensé, ¿habrá entrado antes que suene la hora? Rechace la idea. No, lo está haciendo ahora, es el momento y nunca pudo ser antes. Hay deseos que no se pueden alcanzar en nuestra vida, y es mejor que así sea. Ahora nos toca a nosotros rebuscar en el arca de maravilla donde seguro guardaba sus mejores secretos, y que descubriremos con nuevas lecturas. Siempre ha sido así, la distancia lleva a la profundidad. Sonaron los versos d e Machado «¿Y ha de morir contigo el mundo mago donde guarda el recuerdo los hálitos más puros de la vida, la blanca sombra del amor primero, la voz que fue a tu corazón, la mano que tú querías retener en sueños y todos los amores que llegaron al alma, al hondo cielo?» «Gracias, Agustín, Gracias», era Isabel Escudero, sonaron los aplausos y subió la emoción. Varios más hablaron, recitaron y cantaron. Al final alguien leyó el primer cuarteto de este soneto teológico, que yo me siento obligado a reproducir completo.



Enorgullécete de tu fracaso,
que sugiere lo limpio de la empresa:
luz que medra en la noche, más espesa

hace la sombra, y más durable acaso.
No quiso Dios que dieras ese paso,

y ya del solo intento bien le pesa;

que tropezaras y cayeras, ésa

es justicia de Dios: no le hagas caso.

¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,
me nombras y me amas?: yo me niego,

y en ese espejo no me reconozco.
Yo soy el acto de quebrar la esencia:
yo soy el que no soy. Yo no conozco
más modo de virtud que la impotencia.


Poco después llegaría la noche, y solo Agustín García Calvo, se quedó con ella.


Felix Arellano