27 de noviembre de 2012

Recitaciones de Agustín García Calvo

García Calvo.- Terencio, Eunuco

 Más podcasts de recitaciones en:
 

Homero: Lectura de la Ilíada. Canto V Por Bernardo Souvirón

Lectura de Homero 

Por Bernardo Souvirón El 24 noviembre, 2012 

POESÍA EN CONCIERTO (Escalera de Jacob. 14 de Enero de 2009)

En el año 2009 se celebró el ciclo llamado Poesía en concierto. El alma mater de este proyecto fue la escritora Teresa Sebastián, que me invitó a participar en el. Mi aportación fue una primera lectura de la Ilíada, realizada durante el mes de enero en el local La Escalera de Jacob, y una segunda llevada a cabo en junio del mismo año en el Centro Cultural Galileo Galilei. En ambos casos me acompañó un buen amigo, el extraordinario músico Dimitri Psonis, originario de Creta pero, como muchos de sus antepasados, ciudadano del mundo.


26 de noviembre de 2012

Interview with Agustín García Calvo: "“The future is a vacuum that doesn´’t let us live"

Text Javier Bassas Vila | Felip Martí-Jufresa


Agustín García Calvo (Zamora, 1926) is one of Spain’s most radical thinkers. His work, which displays a firm stance of indiscipline towards the dominant reality, combines reflection on language and politics with literary creation and translations. His books include Del lenguaje (On Language), Contra la realidad (Against Reality), Contra la democracia (Against Democracy), De Dios (On God), Contra el tiempo (Against Time), Contra la pareja (Against the Couple) and Sermón de ser y no ser (Sermon on Being and Not Being).


Called by some “the master”, Agustín García Calvo has for many years been a referent for any young, or not so young, undisciplined thinker – some of the current leading Spanish thinkers have declared themselves, at one time or another, his disciples. Having known and rejected the forms and technical jargon of the philosophical academy, García Calvo has drawn up an itinerary of thought that tackles, deepens and rips apart topics fundamental for philosophy (God, reality, time, the individual, democracy, etc.), always preserving the liveliness and simplicity of common or garden language both in essays and, often, in the form of a conversation with those present... Continue reading

25 de noviembre de 2012

1 dic: homenaje a Agustín García Calvo en Teatro La Abadía de Madrid

Ciclo Palabras vivas, oídos privilegiados

Imagen de 1 dic: homenaje a Agustín García Calvo

El próximo 1 de diciembre dedicaremos la próxima sesión del ciclo de poesía Palabras vivas, oídos privilegiados a rendir tributo al maestro Agustín García Calvo, fallecido el pasado 1 de noviembre.

Los actores Ester Bellver y Ernesto Arias recitarán algunos de los poemas de este virtuoso de la palabra, colaborador en los primeros tiempos de La Abadía y autor de la memorable Baraja del Rey don Pedro

El acto tendrá lugar media hora antes de la función de El diccionario, en el Ambigú de La Abadía. 

Sábado 1 de diciembre, 19:30 h.
Ambigú del Teatro de La Abadía.
 

Entrada libre hasta completar aforo.
Entradas

Tertulia “FilosoFlemas” en Librería La Leona - Valladolid

El próximo viernes 7 de diciembre  a las 20:30 h. inauguramos la tertulia de reflexión y razonamiento filosófico en torno a lo que se nos ocurra, cualquier cosa que caiga en los ámbitos de la condición humana, cualesquiera aspectos que puedan tener que ver con nuestro decir-creer-pensar-sentir-hacer-vivir-morir ….  para intentar comprender(nos) y revolver(nos) críticamente en el disparatado e injusto mundo del que formamos parte.
El modus operandi podría ser:
  1. Se plantea un tema, problema o pregunta para la siguiente tertulia.
  2. Alguna/s persona/s participante/s se encargan de introducirlo (de 10 a 20 minutos máximo)
  3. Dichos participantes aportarán durante las semanas previas algunos textos básicos, enlaces, recursos, bibliografía, documentos, para que quien lo desee profundice en el tema, problema o pregunta planteados.
  4. Se abre el debate para que cada cual libremente exprese su pensar, dudar y sentir al respecto.
¿Por qué “filosoflemas”?

Parte de la respuesta la daría el diccionario de la Real Academia Española : flema.  Otra parte nos la puede dar la Wikipedia, por ejemplo: flema, teoría de los cuatro humores, apático. Y una más, buscar en google la palabra “filosofema”…
De todo lo cual, podría inferirse que filosoflema es: la filosofía del esputo, o filosofar esputando, o una filosofía de/para flemáticos, o el cuestionamiento irónico de cualquier filosofema, o la risa que se ahonda en el pensamiento, o el drama de saberse vivo sin sentido, o la búsqueda de un sentido inconcluso, o rozar con un beso un razonamiento y sólo poder expresarlo onomatopéyicamente y, por supuesto, salivando…

Temática de FilosoFlemas del viernes 7 de diciembre:

Un des-homenaje a Agustín García Calvo, sobre su decir y su pensar lingüístico y sin fin.
En una próxima entrada se aportará algún texto y enlaces sobre esto.

Libre te quiero

Locución: Manuel López Castilleja Fondo musical: Arpa y flauta celta
 

23 de noviembre de 2012

19 de noviembre de 2012

Agustín García Calvo


MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN.

El 2 de Noviembre, Día de los difuntos, centenares de amigos acompañamos a la familia de Agustín García Calvo al cementerio de Zamora de San Atilano para despedir a nuestro muy querido y ya angustiosamente añorado maestro. La voz diáfana de Amancio Prada nos evocó en un canto transparente, de cristal pulido, uno de sus poemas, e Isabel Escudero, rota y entera, nos recordó el poema de Antonio Machado que Agustín recitaba cuando se afeitaba, recitando otros poemas del genio zamorano con desolado acento. Ruth y Sabela vivían desconsoladoramente ausentes la gran ausencia irreemplazable. Y Víctor asumía como hombre las urgencias cotidianas de la realidad del trance.

Se nos ha marchado Agustín, el amigo sabio y generoso que nos sacó de la barbarie en aquella adolescencia provinciana en que leía con absoluta seriedad nuestros cuentos y sobre los que se atrevía a sugerir una sintaxis más académica (¡que se sepa!), y nos regañaba cuando nuestros sentimientos transgredían las normas de la amable humanidad. Nos recomendó nuestros primeros escritos a las Editoriales, y gracias a él tradujimos para Alianza Editorial. En un país con la Academia de cebrianes, solamente interesada por sus éxitos comerciales, aupado como una especie de empresario el Sr. García de la Concha, Agustín representaba sin duda la esencia de la Academia prístina de la Ilustración, la Academia misma fuera de la Academia.

Tuve el inmerecido honor de hacer la Tesis Doctoral bajo la dirección escrupulosa de AGC sobre la Democracia Clásica, titulada “Estudio de los principios democráticos en relación con el régimen de Pericles”, que presenté con éxito en mi querida Universidad de Salamanca. AGC me hizo hacer un viaje histórico en sentido inverso: desde lo que es hoy la Democracia a la brillante democracia periclea. Como buen director implicado en la tesis de su discípulo me señaló los libros que debía leer, los textos que debía traducir y las reflexiones que debía hacer, según mi libérrimo criterio ( maestro y discípulo llegamos a conclusiones diferentes con las mismas pruebas; lo que revela su constante mundivisión respetuosa y antidogmática ). En el fondo, lo que quería evidenciar AGC es que el pueblo, descompuesto en individuos singulares (idiôtai), en conciencias singulares con un voto cada una, merced a la Democracia Representativa, se había traicionado a sí mismo y con él a la Democracia Clásica, esto es, Directa, en que el pueblo, reunido en una Asamblea, como conjunto abierto no constituido en personas singulares, indefinido, “incertum vulgus”, indiviso, que entrase y saliese, que cambiase en su composición en cada Asamblea decenal, representaba el sensus communis y era verdaderamente soberano antes de Jean Bodin, y cuando había que representarlo a la hora de juzgar o legislar se sorteaba entre todos los ciudadanos a jueces y legisladores. Porque sólo la suerte garantizaba el igualitario derecho de representación en el cualquiera que define al pueblo, feo o guapo, alto o bajo, gordo o flaco, rico o pobre, muy inteligente o menos inteligente.

Partimos de las imposturas redundantes de las democracias populares, la última metamorfosis infame de la Democracia, proseguimos con lo que de Democracia podía haber en las guerras de liberación nacional, seguimos con la sanguinaria Revolución Francesa y su demagogia de derechos humanos personales, continuamos con la Revolución Americana, y la obra de los padres fundadores, George Washington, James Madison, Thomas Jefferson, Benjamin Franklin, John Adams y el mayor genio americano, Alexander Hamilton, el primer abolicionista auténtico. En América se dio la conversión de la “direct representation or even mob rule” en “public opinión filtered thorough educated representatives”. Y conjugando dos planes constitucionales opuestos, el de Virginia y el de New Jersey, Hamilton ideó la primera democracia representativa del mundo, conjugando la representación de los habitantes ( Plan Virginia ) con la representación del territorio ( Plan New Jersey ). Continuamos con las actitudes democráticas de los araucanos que nos presentase nuestro Alonso de Ercilla, proseguimos con las repúblicas del Renacimiento, nos hundimos en algunos movimientos cristianos de la Edad Media en donde latía algo de la Democracia, llegamos a la esplendente y admirada República Romana y, por fin, llegamos a la Democracia de Pericles, en donde creímos encontrar las piedras angulares ( los “principia” ) del régimen democrático. En contra de lo que quizás imaginase Agustín, la tesis me hizo un firme partidario de la Democracia, aunque compartía con el maestro las indignas imitaciones sintéticas que al abrigo del paraguas del concepto Democracia han existido. Es por ello que el pensamiento político de AGC, lejos de alejarnos de la prístina Democracia nos invita a demoler “esta” falsa “Democracia”. En realidad, AGC no odió jamás la Democracia en su versión periclea, sino que siempre abominó de “esta democracia”. Por otro lado, mi afortunado contacto con Antonio García-Trevijano, el mayor especialista en la Democracia, despejó bien pronto algunas dudas y desasosiegos intelectuales que el genio de Agustín había inoculado brillantemente en mi espíritu durante la elaboración de la Tesis.

Pero Agustín no era sólo genio por sus investigaciones en la filosofía política, sino que también lo fue como gramático ( creó una gramática radicalmente española en la que fonología, prosodia, morfología, sintaxis y semántica se interconectan sobre un mismo principio o ley; auténtica proeza que recuerda la de Nebrija o Andrés Bello, y que nace sin ninguna adherencia extranjera en el solar patrio, quizás por ello ni la Universidad Española ni la Academia de los cebrianes le ha prestado atención ), inspiradísimo poeta, metafísico, teólogo, extraordinario traductor, y el más grande tratadista de rítmica, prosodia, métrica y versificación de todos los tiempos. Su teoría sobre la doble naturaleza del acento latino – cromática e intensiva -, elaborada en su adolescencia, aún nos pasma y admira.

Era tantas cosas, y en todas ellas llegaba a tal genialidad, que la actual mediocridad hispana no pudo catalogarlo en los distintos apartados de la escritura como primerísimo. La envidia con este “monstruo intelectual” circulaba fácilmente. Los poetas decían que era un gran pensador. Los pensadores que era un genial traductor. Los traductores que era un gran filólogo, los filólogos que era sobre todo un gran latinista, los latinistas que era un genial helenista, y los helenistas que era un gran poeta. Y volvía así a empezar la rueda de la envidia. Con él se mostró mezquina Zamora, la ciudad a la que tanto amó y a la que compuso bellísimos poemas. Con él se ha mostrado mezquina España, que no le puso la alfombra roja que le hubiera puesto Francia. Y que lo denigró siempre que pudo, empezando por sus gobiernos y bárbaros periodistas.
Personalmente he perdido uno de los mayores alicientes que tenía para ir a Zamora. Aunque ya estaba enfermo y lo visitaba, su hija Isabella me llevaba a una habitación en la que siempre se oían los pájaros que habitaban los árboles de un patio, y allí hablábamos de lo de siempre y que en los labios de Agustín salía siempre nuevo. No creo que en mucho tiempo pueda pasar por la Rúa de los Notarios camino de la Catedral, y ya no oír el tecleteo de su vieja máquina de escribir, intentando descubrir una y otra vez el pavoroso misterio que ocultan los garabatos fenicios.

Adiós, mi mejor maestro, al que tanto quise y al que tan poco recompensé por su profunda e inmarcesible enseñanza.
Grande entre los grandes, sea para ti la tierra ligera, queridísimo maestro y amigo. Salud, allá en donde asfódelos de dura espiga, hilótomos soteres y olorosos hipotamnos te acompañen en tu caminar alegre a ese Paraíso que tu propio reconocimiento de la esencial y bendita impotencia humana – la “felix culpa” de tu santo – te ha abierto. “Enorgullécete de tu fracaso/ que sugiere lo limpio de la empresa”. Vela desde allí por nosotros, poderoso Nêphelêgereta.

Buenas noches, Agustín


PUBLICADO POR ALEJANDRO VÁZQUEZ ORTIZ 

¿Qué voy a decir de ti, maestro? ¿Qué es lo primero que se me viene a la mente? ¿Tus portentosas obras de traducción? ¿Tus dialéctica sobre la gramática? ¿Tus razones sobre las heridas estas del alma? ¿Tus poemas como perlas y tesoros escondidos en la pulpa del papel que se me vuelven un palpito viviente aquí junto a mi corazón, para herirlo y arrancarle lágrimas y asombros?

No, Agustín, nada de eso se me viene a la mente. Sabemos que tus siembras de tinta seguirán por ahí pululando por siempre y para siempre. 

Hoy simplemente me acuerdo de que tenías un corazón muy bonito, Agustín. Nada más. ¡Tan bonito que no te cansabas de dibujarlo por ahí por donde ibas! ¿Te acuerdas? En el libro este de Contra el tiempo, aparece a cada rato. Corazones cruzados de una flecha. Es en lo primero que pienso de ti, maestro. En tu enrome corazón y te imagino con babuchas acercándote al burro con cáscaras de melón para comer. Nada más.

¿De lo demás? Quién sabe si el Régimen, ahora que ya no estás hablando quiera colgarse medallas a tu costa ahora que ya no puedes responderle como hacías, ojalá por lo menos le quede esa decencia. Acaso, si sirviera para algo... bueno... quién sabe. ¿Qué importa, Agustín?

Yo ya no sé bien qué decir. Simplemente quiero decirte "buenas noches", otra vez. Como cuando al salir del Ateneo de Madrid con tus bufandas y tu paso tranquilo, pausado, ligero, ibas sacando un purito para degustarlo en las escaleras y pasar el rato mientas esperaban un taxi o seguías tertuliando ya en la calle. Yo pasaba a veces y sin atreverme demasiado a interrumpirte te decía: "Buenas noches", y tú, aunque tuvieras siempre esa cara de cascarrabias en las fotos, levantabas tus ojillos y lanzabas una sonrisa que ni la más buena de las abuelas es capaz de sonreír así de franca y así de clara. 

¡Ay, Agustín, con ese corazón tuyo tan enorme, tan abierto, tan sincero! Te dejabas arrastrar siempre por la muchachada, y es sólo en nombre de ella en que me atrevo a interrumpirte en los pitillos que te haz de estar fumando ahora. Es en el nombre de la muchachada que te veía en las tertulias, en las que te conoció durante el 15M, o de las que fueron tus alumnos en la Complutense o con las que estuviste allá cuando las rebeldías del '65, los que te acompañaron en la Comuna de Zamora, los que estuvieron en las cárceles de Madrid contigo por rebelarse ante la dictadura, por los que cantan tus palabras, por los de las tertulias de la calle Desengaño, por los de Nanterre, los que cantan tu himno preguntándose qué quiere decir, los que te leían en los periódicos, los que te oyeron en la radio, los que te invitaban sin un duro que darte a cambio, los obreros, los estudiantes, los del teatro deleitados por tus adaptaciones de Shakespeare, los filólogos que se quedaban de piedra al ver tus traducciones, los filósofos que preferían hacer como que miraban a otro lado, en nombre de los anónimos simplemente me acerco a decirte gracias, maestro. Muchas gracias.

¿Sabes? Siempre que leo o escucho a alguien con razones atinadas, pienso: Agustín lo sabría decir mejor. Porque ese era el mejor botón de muestra de tu amor, maestro. Que no te bastaba con decir razones que dieran en la diana de las cosas, de las heridas, de los dolores de estos que seguimos por aquí, mediosobreviviendo. No, eso no te bastaba. ¡Había que decirlas bien! ¡Había que hacer el esfuerzo por decirlas de la manera correcta y precisa! Y recalcar que ese decir no era un decir oscuro ni destinado a las élites de la inteligencia, sino para cualquiera, para que cualquiera lo pudiera entender. Y cuando no lo conseguías, me consta que te mortificabas, y buscabas, te devanabas los sesos por encontrar una fórmula, la fórmula más sencilla posible, para explicar eso que otros presentan bajo disfraces de profundidad.

Y tú poesía, señor mío. ¡Tú poesía! Ay, de mí que me salvaste, señor mío. ¡Ay de mí que yo ya andaba barruntando fabricar escupideras con los poemarios del mundo! Pero cuando leí tu poesía quede deslumbrado. ¡Al principio no lo quise aceptar! Era una potencia tan grande la que ejercía, que pensaba: ¡Ea, no qué este es un brujo, un sedicioso, un seductor! Pero después comprendí que no había revés de ninguna de tus intenciones. Que realmente lo que querías hacer, en lo que te dejaste años y heridas sobre la tinta, solo había la intención de hacer algo bello, algo lindo, algo que dijera algo. Y entonces se me abrió de nuevo ese mundo delicioso, amoroso, rico, como palacetes de nácar y esmeraldas, como rincones olvidados de bosques tapizados de frutas y hierba suave, descubriste ante mí una lira apolínea, una manera nueva (¡que de nueva tenía lo que tiene la poesía clásica griega!) de hacer poesía, de regalar versos, de entregarse al deleite de la lengua. 

Y eso sin hablar de las cartas que nos enviamos, de los favores que me hiciste a mí personalmente, un muchacho indocumentado mexicano en Madrid estudiante mediocre de una licenciatura inútil. Y siempre tan presto a ayudar, a saber, a intentar hacer algo. Son muchos hoy los que nos sentimos un poco más huérfanos.

Ay, Agustín, tú toda ricura, tú toda holgura y largueza, me impresiona. Tú, manirroto de tesoros y perlas de tu alma, gracias, maestro. Gracias, Agustín, gracias por todo lo que nos dejas, gracias por esta herida de este pedazo de corazón que te nos llevas. 

Y al enterarme, amigo, que ha sido tu corazón el que te ha fallado... ¿Qué decir? ¿Qué pensar? Sigo recordando, llorando, tu corazón cruzado por una flecha. Barricada, bastión, castillo frondoso donde solazarse y cantar, habrá que hacer algo para seguir conjurando a la innombrable. Habrá que seguir en esta batalla, maestro, contra la Realidad. Aquí seguimos, Agustín. Muchas gracias, dulce maestro y buenas noches.

18 de noviembre de 2012

Entrevista a Amancio Prada: «Al contrario que en 1968, "seamos utópicos, pidamos lo posible"»


latribunadetoledo.es - sábado, 17 de noviembre de 2012



Mantuvo una estrecha relación con el poeta Agustín García Calvo, recientemente fallecido. ¿Qué podría contarnos de su personalidad y por qué sumar sus poemas a los de Léo Ferré y Chicho Sánchez Ferlosio en este espectáculo?
Agustín García Calvo fue uno de los raros hombres libres que he tenido la suerte de conocer. Un pensador infatigable que no ha dejado nunca de luchar contra toda forma de engaño y dominación. Cabezas como la suya, hay muy pocas cada mucho tiempo. Más rara aún fue su conducta: indiferente a todo honor y toda gloria, viviendo de espaldas a todas esas vanidades que a los demás nos pierden. El programa del recital ‘3 Libertarios’ lo estrené hace más de un año, y a Chicho y a Agustín los he cantado desde hace mucho tiempo. La tercera persona de esa trinidad de la desobediencia es Léo Ferré, la estrella más rebelde del firmamento de la chanson y al que también dediqué un disco, ‘Vida de Artista’. Un triángulo, en fin,  vinculado por la amistad y el fervor desde los años de la utopía y el exilio, París, el Barrio Latino y las aguas verdes del Sena, las madrugadas y el soliloquio de la sonrisa contra toda forma de poder que niegue la libertad. Así es la vida que merece ser vivida, así las palabras que merecen ser cantadas.
La cantante María Lavalle dijo recientemente en el Teatro de Rojas que la obra de otro de sus grandes hitos franceses, Georges Brassens, estaba hoy más vigente que nunca en las movilizaciones del 15-M. Suponemos que estará de acuerdo...
Brassens fue un poeta y los poetas no mueren. Traspasan el tiempo y se instalan en un perenne presente, porque la poesía es semilla más que fruto. Él fue un juglar tierno y mordaz, irreverente y bondadoso, lúcido. Y es verdad que sus canciones siguen tan vigentes ahora como entonces. Probablemente cante mañana por la tarde una canción nueva inspirada en el estribillo de una suya que le oí cuando fui su ‘telonero’ allí en París. Más aún: la última película de Basilio Martín Patino, un documental sobre el 15-M, lleva como título y banda sonora la canción ‘Libre te quiero’.
 ¿Cree que la canción se preocupa hoy día por cambiar el mundo? ¿Era eso a lo que aspiraban hace cuarenta años? ¿Es nuestro mundo tan diferente al de finales de la Dictadura o no todas las cosas han cambiado?
Ojalá se pudiera cambiar el mundo con una canción. O con una película, o con un libro. Que cada uno haga lo que pueda, lo que le corresponda. Y que lo haga bien. ¿Sabe que una pintada del famoso Mayo del 68 decía ‘Seamos realistas, pidamos lo imposible’? Yo prefiero esta otra: ‘Seamos utópicos, hagamos lo posible’. El mundo en el fondo cambia menos de lo que parece. Y en cualquier caso sobran motivos para indignarse, entonces y ahora.
Para lo que parece que no hay mucho espacio dentro de la música española actual es para recordar a las grandes figuras de nuestra literatura. Usted, sin embargo, además de mantener  vivo el legado de Rosalía, Lorca, etc., volvió la mirada hace poco hacia Jorge Manrique.
La poesía es para mí como el barro para el alfarero con que modela su copa. Yo invento la melodía que convierte la poesía en canción, la poesía que me conmueve, que me enamora. Y eso lo aprendí del maestro Paco Ibáñez. Jorge Manrique es otro ejemplo de poeta vigente, aunque muriera tan joven hace tanto tiempo...

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16 de noviembre de 2012

Agustín García Calvo, Comrade! by Octavio Alberola

Agustín García Calvo (Zamora, Spain, Oct. 15, 1926 — Zamora, Spain, 1 Nov. 2012)


Philologist, philosopher, writer, lifelong rebel, revolutionary and comrade, Agustín García Calvo was expelled by the Francoist authorities from his chair of Classical Languages at Madrid University for his support of the nascent student anti-Francoist movement in 1964-1965. In 1967 he was, perhaps, the leading light in the formation of the ‘Acratas’, an important Spanish anarchist student grouping that was part of the Europe-wide radical and revolutionary movement of the time. Nor did Garcia Calvo confine himself to the role of thinker, speaker and writer — he was also an activist prepared to put himself on the line. In the early 1970s he was an important liaison between the ‘Angry Brigade’, the ‘First of May Group’ (Grupo Primero de Mayo) and other European anti-Francoist/anti-capitalist action groups operating at the time and in this role was investigated as a ‘revolutionary facilitator’ by both the Metropolitan Police Special Branch (as it then was) and the French Direction de la Surveillance du Territoire (DST). In 1971 our imprint ‘Simian’ published his reflections and speculations on the nature of the 1960s/’70s’ student revolt under the title ‘On How The Student Movement Is Re-Absorbed’ (original title ‘De los modos de integración del pronunciamento estudantil’). (A fuller appreciation by Octavio Alberola follows)



‘Agustín García Calvo, comrade’ by Octavio Alberola

 

As might have been expected, the death of Agustín García Calvo was reported in the media (the “mass-moulding media”, as he called them) in the conventional terms used in this society for cataloguing people by profession: ‘philosopher’, ‘writer’, ‘poet’, ‘thinker’ “controversialist”), ‘essayist’, ‘Latinist’ (“one of the leading 20th century ones”), ‘linguist’, ‘philologist’, ‘grammarian’, ‘playwright’, ‘translator’, ‘university professor’, ‘lecturer ‘… Not forgetting, of course, the highlighting of his academic accomplishments … “lecturer in Classical Philology at Salamanca University, Professor Emeritus of Classical Philology at the Complutense University” as well as his “National Awards as Essayist in 1990, Dramatist in 1999 and for his overall body of work as Translator in 2006.” Plus, of course, the citation of a few titles from his “prolific oeuvre on Grammar and language theory, Logic, his translations and adaptations of classical Greek and Roman authors, essays and politics, poetry and theatre, etc.,” most of them published under the Lusina imprint which his son, Víctor, has moved heaven and earth to keep afloat.

To top it all, the lady mayor (Partido Popular) of Zamora has expressed her “sorrow” that “the world of thought and culture has lost one of the most prolific and telling intellectual figures of the age and the city of Zamora one of the most creative and most widely acknowledged of her sons in recent times”. Adding that “over and above his, sometimes, controversial person or ideological differences, Agustín García Calvo is a paragon of erudition, intellectual ability and capacity for work “ Naturally, it was also placed on record that he was “one of the academics persecuted by the Francoist regime” and that “he was stripped of his professorial chair in the student uprisings of February 1965” (on account of his involvement with them) “and forced into exile in France.”
The “mass-moulding media” seek to reduce to just this a man who was at all times a rebel, a tireless battler against lies, a man who never ceased reminding us that Capital And the State were but two faces of the God of Reality and Power, a man who never adapted to the norms laid down by those who give the orders in this world, the man who set his face against everything official (not least in the ‘Anthem of the Community of Madrid’, commissioned from him by the very first president of the home rule administration there, Joaquín Leguina, for the peppercorn price of one peseta, an anthem that was only ever sung on one occasion), the champion of equality in this highly ambiguous world, the most critical of cultural controversialists which he labelled “the opium of the people”, the man who uttered the most original and most devastating critiques of the developed world and the “welfare State”, the man who never ceased politicking which is to say, fulminating … as he did every Wednesday afternoon at the Ateneo in Madrid, in an authentic socratic marketplace, these past twelve years.
Hence the need to remember who Agustin was in addition to all of the above; an anarchist who never wearied of saying No to Power, to the State, to Capital, to the Individual, to the Couple, to the Family, to the Future, to Progress and, most especially, to the system we presently endure as developed Democracy. For there is no question but that he used his outstanding oratorical talents to provoke reflection, in his inimitable colloquial style, and to expose the lies of our times, to shrug off and break with conventional thinking… Beginning with his peculiar spelling style that is a frontal assault upon the Academia de la Lengua as the source of the falsification of the language and for depriving people of the right to write as they speak. Remember too that in his own writings, Agustín strove to give a voice to a nameless, popular sentiment that rejects the manipulation coming from the powers-that-be. Indeed, in Agustín’s view, language is the key to thought, insofar as it is through language that the dominion of the established is exercised. Which is why exposing Reality was an essential concern of his, Reality being an ideal depicted as a faithful mirror image of “what is”, but which nothing but an abstract construct wherein thinks and people (the latter being merely another thing), organised as “individuals” (akin to some numerical mass) are reduced to ideas, so that they can be made to conform to schemes, plans and deployments for draining the life out of the living, in the most advanced and most backward societies (communist dictatorships or Islamic countries) alike and the function of which is to flatter bourgeois Democracy by comparison.
The need to remember what does not get a mention in the biographies now being published on him or the ones already in circulation hereabouts; for Agustín-the-Comrade does not even rate a mention in Wikipedia. It may be on record, by the way, that he was persecuted by Francoism and expelled from the University over “the student uprisings on February 1965”; but there is no hint that this because of his support for the student acratas, those fore-runners of the anti-authoritarian May of 1968. He subsequently joined them in Paris in forming a tertulia (La Horda) at the ‘Boule d’or’ café in the Latin Quarter. With them, he co-wrote the pamphlet ‘De los modos de integración del pronunciamento estudantil’) which we published surreptitiously in Belgium (reissued in 1987 under the Lucina imprint). (SC adds: in 1971 we — ‘Simian’ — published an English-language translation of Calvo’s reflections and speculations on the nature of the 1960s/’70s’ student revolt under the title ‘On How The Student Movement Is Re-Absorbed’.)
By all means remember the Agustín who stood foursquare alongside comrades in need; but remember that he also did the same with those actively fighting against the Francoist dictatorship (the ‘Angry Brigade’, ‘Grupo Primero de Mayo’ and other action groups), all of which led to his being categorised by the British, French and other European police, security and intelligence services as a “subversive” and a “terrorist”. He was subjected to interrogation and house searches; and, come the Russian President Leonid Brezhnev’s 1973 visit to Paris, Agustín was deemed to be a “dangerous anarchist” and was banished to the island of Corsica for the week. In 1976 he avoided further banishment by the skin of his teeth when king Juan Carlos paid a visit to Paris and when the French authorities banished a group of us Spanish anarchist refugees to the island of Belle Île-en-Mer while a band of Basque independence campaigners were banished to the Île de Ré.
Albeit that it might not be worth remembering, because, as Agustín would have put it, it is not the past that matters but what we do today… never to go with the times! And bear it in mind that “the palpable and actual evidence is that, beneath the skin of Dominion, there still beats a heart that knows how to say NO and which does not give a damn about agendas and what may be “in fashion”.
Octavio Alberola (translated by Paul Sharkey)

Agustín García Calvo, recuerdos de peladillas a veinticuatro fotogramas por segundo

Miles de epidermis conformaban el acné multicultural del autor de Contra el hombre. Incomprendido en su complejidad, excéntrico hasta lo singular, ilimitado en los horizantes de su talento y sagaz guerrero contra las injusticias programadas por el dogmatismo; el que fuera -entre otras cosas- Premio Nacional de Ensayo en 1996 dejó el pasado 1 de noviembre su tiento sutural por la realidad española, al fallecer en su hogar zamorano peinando las canas revoltosas de sus más de ocho décadas de existencia. Muchas fueron las artes que tocó con su cerebro de sempiterno niño en continuo estado de rebelión (de la traducción a la poesía, de la política de barricadas al teatro, de la filosofía a la teología de naturaleza nihilista); pero, de entre el caudal de tinta que se ha publicado estos días en los papeles de los diarios a tenor de su triste partida a la inmortalidad, pocos meandros han recalado en su relación con el cine. Con el fin de mitigar este silencio injustificado, el periodista José Arroyo Gago ha tenido el gusto de compartir con todos los lectores del presente blog el amor de chocolate y peladillas que unió a García Calvo con el universo de las imágenes en movimiento. Una cara oculta del genio que el ilustre crítico cinematográfico reflejó a modo de charla con espejos -redactada por el propio don Agustín- en su libro Un siglo y pico de cine en Zamora (1897- 2011) Sin censura previa... Leer más

15 de noviembre de 2012

Poesía lo serás tú. A Agustín García Calvo - Carmen Camacho



«Sección POESÍA LO SERÁS TÚ de Carmen Camacho, en el programa El Público de Canal Sur Radio. Día 6 de noviembre de 2012. Dedicado a Agustín García Calvo.»


A Agustín se le apreciaba por lo mucho que tenía y por lo mucho que no tenía. Por lo que era y por lo que no era. Tenía dones y talentos fuera de lo común, tenía una erudición monumental y tenía –es fácil deducirloenergía y vitalidad sin medida. Mucho se ha dicho a estas alturas al respecto, y si por un lado alegra ver que se le reconoce como maestro en tantas artes, espeluzna por el otro comprobar con qué diligencia se pone la muerte manos a la obra para cerrar la contradicción y dejarlo convertido en una realidad, en un autor, en un nombre de la cultura. Porque si sólo fuera por lo que tenía, por lo que era (sus dones, sus talentos, su erudición), Agustín no habría sido más que eso, un reputado y reconocido nombre de la cultura. Otro más.

Pero Agustín tenía además otra cosa. Algo indefinible, algo que se le escapa por completo a la cultura, a la inteligencia o la razón convertidas en dinero, pero que mucha gente hemos apreciado especialmente. Y ese algo era algo negativo; ese algo era lo que no tenía, lo que no era, lo que le faltaba: ese algo era que no se lo creía. No se creía, o no se acababa de creer, que todo eso fuera suyo, que todo eso fuera una propiedad o un privilegio personal. No es que fuese generoso y quisiera compartir lo suyo con los demás; no, sino que no podía creer, o no del todo, o mucho menos de lo que es norma, en la propiedad personal de los dones. Rizando el rizo, claro está, esa falta de creencia se le podría atribuir a su vez como un rasgo personal suyo: como una de sus peculiaridades típicas, como una extravagancia o idiosincrasia suya. Aquí está la discusión, o estaría si no se silenciasen, como suelen, las verdaderas discusiones. Porque está claro que para la cultura (esto es, para el dinero) la idea de autor, la firma personal, la propiedad intelectual es dogma: pues sólo previamente reducida a propiedad personal puede venderse la inteligencia. Razón por la cual Agustín no se cansó de repetir que si había algo bueno en sus libros, o si acertaba a decir algo inteligente o razonable en sus charlas, no era a él a quien había que atribuírselo, sino a la inspiración que le venía del común de la gente; y que lo malo que allí hubiera era lo solo suyo. Es por eso que mucha gente encontrábamos, y encontramos, algo en sus libritos –a veces, libracosque no solemos encontrar ni por asomo en la mayoría de los libros. Algo particularmente vivo, inteligente y gracioso, virtudes que en el mundo de la cultura ya vemos que no por casualidad, y en contra de lo que se proclama sin pararno es que abunden precisamente. A cada paso se topa uno con autores que hablan de sí mismos como creadores, y de esas cosas tan especiales que hacen supuestamente ellos solitos, pues de ellos mismos y de su sola creatividad les viene todo. (Y debe de ser verdad, pero más verdad de lo que se creen y no en el sentido en que se lo creen, vista la poca gracia, el mucho embrollo y el aburrimiento insufrible que hay que padecer en los productos habituales de la filosofía, la literatura, el arte o el cine.) En cambio, Agustín se encomendaba a la inspiración del pueblo, de la razón común, de lo de abajo. Llámesele como se quiera, con tal de que se entienda que apuntaba a algo que era lo contrario de él mismo; no algo especial suyo, sino común a todos. Pero claro, es casi una fatalidad, viviendo en el mundo en que vivimos, que esta manera de razonar se reciba y se entienda como la mera filosofía atípica y fuera de tono si se quiere, pero personal e intransferiblede García Calvo.

Fatalidad que alcanza también al otro lado, al lado de quienes decimos que hemos encontrado en sus libros algo bueno, algo de lo que se estaba pidiendo (lo que pedía no alguien en particular ni tampoco la mayoría, sino la gente, la gente sin más), y que es precisamente por eso por lo que te toca en lo más hondo: resultará que esos sentimientos no son más que el gusto personal de cada cual, tan respetable como el de cualquiera, incluso aunque no coincida con el de la mayoría. Y eso será todo, ¿no? Pues... ya veremos a ver, ya veremos a ver. De momento, algunos seguiremos usando y disfrutando de sus libritos y de sus libracos, no tanto por lo que tienen, sino por lo que no tienen. Y aun no habiéndolo tratado personalmente, seguiremos recordando a Agustín, no por lo que era (que era mucho), sino por lo que no era, que es lo que de verdad sigue siendo: un milagro de razón, de razón común.

Remite: gente desde Granada.

13 de noviembre de 2012

Me llegó la temida y esperada noticia por varios lados y las sincronicidades que siempre nos rodean marcaban ya el camino obligado. Era la muerte de un singular maestro, cercana en el tiempo y en el espacio a la del único que yo y otros muchos reconocemos haber tenido. Fueron pocos los afortunados que se agruparon a su lado y crearon una escuela singular de matemáticas. También, me costa, que muchos no supieron valorarlo, no era fácil. Leerán, hasta cansarse, en este libro sucesos sobre encuentros acausales, que yo afirmo no son tal. Con el tiempo aprenderemos a descifrar los mensajes que llegan con ellos, el más importante la necesidad de buscar el despertar espiritual que la humanidad necesita, para completar su evolución. En lo fundamental, estamos donde estamos y sin movernos desde hace siglos. Déjenos a nuestro maestro y volvamos al camino obligado Sin dudar a las dos de la tarde, me encontraba esperando a mi amigo José Pablo en el bar El Churrasco, y después de tomar unas tapas enfilamos la calle Ríos Rosas para coger la Nacional VI. Ahora con los GPS no hay problemas, todo se reduce a seguir las indicaciones en una pantalla, o si quieres te limitas a obedecer la impersonal voz que te indica lo que debes hacer. Es curioso seguir la ruta en el gráfico, mucho más incomodo, nos molesta menos que seguir las indicaciones de la voz. Quizás sea porque ésta nos acerca más a lo humano, la escuchamos como una inflexible orden que molesta obedecer. En el fondo de nuestro inconsciente estamos deseando que se equivoque, sobre todo si circulamos por lugares que más o menos conocemos, para poder despotricar de la exactitud del GPS. A todos nos ha pasado llevar de “copiloto” el amigo pesado que no podemos asesinar, pero el GPS hasta que nos acostumbramos, y se tarda mucho, es mucho peor. Yo no pierdo la esperanza de leer esta noticia en la primera página, <>. No fue nuestro caso, nuestro coche muy entrenado obedecía solo y el perfecto invento nos desvió en Tordesillas. No se puede pasar por tan singular lugar sin comentar las grandes cosas que allí ocurrieron y así lo hice gracias a mi ¡Phone4, que me abrió todo su saber. Ya no queda en pie el lugar donde paso casi toda su vida nuestra reina Juana, ni donde se firmó el tratado del mismo nombre, o de la línea gorda sobre el Océano Atlántico, fue el 7 de junio de 1494. Después de largas discusiones se acordó trazar la línea, un meridiano a 270 millas al oeste de la fijada por la bula de Alejandro VI, un Papa español, con una larga familia muy explotada por el cine y la televisión. Al final el tratado lo firmaron Isabel y Fernando en Arévalo y Juan II rey de Portugal en Setúbal. Trazada la raya, todo quedo claro a explorar tierras y anexionarlas a sus respectivos reinos, y nuestro Borgia, sin saber nada de los habitantes que poblaran los nuevos mundos, confió ellos <>. Y lo fueron y de buen gusto.. Comentada la historia y obedeciendo giros, siga recto y más giros, nos llevó a la puerta del tanatorio de la Soledad, donde se velaba el cadáver de Agustín García Calvo, al que supongo nunca le gustó el GPS. Allí, Javier hermano de José, se había desplazado desde Salamanca donde vive, y donde ejerció su magisterio nuestro maestro, también catedrático, éste de matemáticas. Javier, militar e hijo de militar, nacido en Ceuta, profesor de árabe, ante la propuesta que se hizo de reducir plantillas al llegar la democracia, se acogió con gusto y se hizo cuenta cuentos y muy famoso. Desde entonces se convirtió en gran admirador de Agustín y ha asistido a cuantas tertulias de él ha podido, por supuesto a las que daba en su Zamora en el Acuartelamiento de Viriato, que el 30 de mayo de 1990 ocupó el pueblo de Zamora con su alcalde, Antolín Martín, del PP a la cabeza, después que fallaran todas las negociaciones para que el Ministerio de Defensa lo cediera al Ayuntamiento. Y allí, faltaría más Agustín dio su primer discurso, que continuaron semanalmente. Tal cual nos contó el cuenta cuentos, en noviembre llegaba la prueba de amor a la palabra donde todo era verbo, que demostraban los discípulos y sobre todo el maestro, que era ya mayor, para resistir el frío del invierno castellano con la pobre ayuda de una destartalada estufa. Las reuniones se celebraban semanalmente en la sala donde se impartía Justicia, sobre su estrado se situaba él. Acudían gentes de Zamora, o como era el caso de Javier gentes de localidades próximas. Ya ven sucede siempre, si existe interés no hay problemas, todo se supera, hasta ese frio que uno tiembla solo al pensar. El refrán lo dice, sarna con gusto no pica. De allí Agustín salta a Madrid y celebra su primera Tertulia Política en la Cacharrería del Ateneo de Madrid, el 21 de diciembre de 2005. Yo, el 30 de mayo del mismo año, acababa de ser elegido secretario primero. Debí acercarme a él más, no lo hice y me arrepiento. Bien es verdad que la tertulia desde el principio funcionó muy bien, y los asistentes eran sobre todo discípulos que adoraban al maestro y acudían puntualmente todos los miércoles, sin crear ningún problema. Por lo que sé muy parecidas a las de lacan, el psiquiatra que remataba a las mujeres de Picasso. Creo se han celebrado unas 350 tertulias, la última se suspendió el 18 de julio, al ser ingresado por un problema cardíaco que finalmente no supero. Fue el día que inauguré la exposición de Alejandra del Corral, ya es tiempo de decirlo yo era por aquellas el presidente de la Sección de Artes Plásticas y por algo lo digo. Lo hecho durante estos casi siete años de tertulias habla de la calidad humana e intelectual de todos ellos que han formado un grupo increíblemente unido. Temo sea muy difícil de continuar al faltar él, una personalidad irrepetible a la que estaban tan unidos, pero algo se debe intentar. La editorial Lucina, fundada por él en el año 1979, ha editado las Grabaciones y Transcripciones realizadas por Teresa Rodríguez Vázquez y Javier Hebrero Delgado, con la colaboración de Miguel Lizano, y por tanto hay una buena base para continuar. Agustín García Calvo (Zamora, 15 de octubre de 1926-Ibidem, 1 de noviembre de 2012), fue muchas cosas, estudio en Salamanca, se doctoró con el profesor Tovar en Filología Clásica, allí fue catedrático de Instituto, pasando a Sevilla a la cátedra de Filología Latina. Posteriormente a Madrid. En 1965 fue apartado de la cátedra junto con Aranguren y Tierno Galván, al solidarizarse con las revueltas estudiantiles. Al tiempo ha hecho de todo, poeta, dramaturgo, ensayista, traductor y filósofo español, pero por encima todo donde mejor se encontraba era en estas tertulias semanales de Zamora y en la Cacharrería. Lo dice él en esta entrevista de hace poco << ? ¿Podrías hablarnos de tu experiencia, larga ya, en la tertulia del Ateneo? ? Sí, llevamos ya va para doce años de tertulia en el Ateneo. Bueno, lo más gracioso que tiene es eso de que es un hecho singular, no creo que haya sucedido nunca, por lo menos que yo sepa, es decir miércoles tras miércoles, vacaciones ninguna de verano ni de nada, con una asistencia de ochenta o cerca de cien cada día, y que sigue así al cabo de cerca de doce años. Es una de las cosas que le consuelan a uno un poco, la singularidad del fenómeno, valga para lo que valga. Y efectivamente, ahí se trata de ejercitarse en esta arte del dejarse hablar: inevitablemente tienen que seguir saliendo opiniones, ideas, mías o de cualquiera de los que asisten, pero bueno, ya se sabe que eso es lo que se trata de anular y de corregir con esa arte>>. Anti sistema declarado, los que conocen el percal no dudaron en concederle tres Premios Nacionales: el de Ensayo en 1990, de Literatura Dramática en 1990, y el de Traducción en 2006. Mucho se ha escrito estos días sobre él. Ante la necesidad de escoger, me quedo con, ”Sabía tanto que no podía creerse nada” de Lucia Méndez, en El Mundo del sábado tres de noviembre. Lucia es zamorana de Palacios de Sanabria y comenzó a escribir en el Correo de Zamora, por lo leído le conocía muy bien. El titular, sacado del texto es contundente: “Sabía tanto que no podía creerse nada”. Si Ortega dijo, lo peor es no saber lo que nos pasa. La negativa de fe del sabio es brutal y sin esperanza. Por ello, ilustrar es un fracaso, lo mejor es engañar. Todo el sistema democrático se funda en este principio, prometer y camelar, por supuesto con la complicidad de todos, en primer lugar de los votantes. Iremos a Poe en otro momento que muere votando y adelantemos, publica “El camelo del Globo” que es su mayor éxito, y continuaremos con Orson Welles, y leeremos mí “El miedo y el engaño”, basado en “I codici del silenzio” de Lore Terracini. Siendo malo que te atemoricen y te engañen, lo peor es que al final te obligan a escoger. Que rogaba, no le obligaran, Manuel Machado. << Que las olas me traigan y la las me lleven/ y que jamás me obliguen el camino a elegir>>. A estas alturas de la vida, cerca del bosón de Dios, andar todavía con esto de la democracia representativa, es un chiste malo. Mucho mejor un GPS que te diga lo que tienes que hacer, probemos ya. El artículo de Lucia termina cuando copia unas palabras de la última entrevista que le hicieron en La Opinión de Zamora. <> . Por esto en contra de lo que pretenden muchos, no fue hombre del 15 M, él no podía ser de nada, aunque se acercara a ellos, donde eso de votar le rompió todos los esquemas. En tiempos de Azaña en el Ateneo, se voto si existía o no Dios. Ganó el no, y uno de los muchos locos que pululaban y pululan hoy, fue corriendo a comunicárselo a don Manuel, que casi muere del disgusto. Votar malditos votar. ¿Se han preguntado porque todo el mundo estaba de acuerdo con los manifestantes de Sol? Mi respuesta, porque estar de boquilla con ellos no comprometía a nada y descargaba las conciencias. La Nuestra Santa Madre Iglesia está y estará con nosotros, faltaría más y hasta el final. Los que pasaban por la plaza y se acercaban a los corros, se limitaban a hacer unos rápidos ejercicios espirituales donde uno allí mismo podía arrepentirse de sus pecados y dejar el propósito de enmienda para hacerlo en casa y por supuesto para al día siguiente volver a empezar, y votar en las siguientes elecciones. Los del 15M, siempre la religión, se quedaron esperando que todo caigan como las murallas de Jericó, y por eso daban una y otra vez vueltas alrededor del congreso, pero les falta el Arca de la Alianza, las trompetas y sobre todo Jehová, para obedecer. Lo grave llegará ahora, en año y medio los problemas reales se han agravado, y estas cosas funcionan, lo dijo Agustín << cuando se da la voz al descontento>> pero no << Cuando se empieza a discutir proyectos y a votar, entonces el aburrimiento cae como una losa sobre la asamblea>>. Nuestro García Calvo, “Sabía tanto que no podía creerse nada”. Yo que no sé tanto, tampoco creo en nada de nada. Y viviendo ahora, una vez más y a la fuerza, con las elecciones americanas todo se confirma, el espectáculo el de todos los medios de comunicación admitiendo, axioma primero, todo se puede prometer para ganar. Que, pena nos hemos perdido a Agustín, comentándolo y también el paso del huracán Sandy, amén el Madrid Arena, y “a más a más”, el señor Mas. Ahora que nos ha dejado, recuerdo lo que dijo <>. Yo opino que sólo podemos creer en nuestra muerte. Me gusta contestar cuando me preguntan, en coña claro, con los versos de Espronceda. En otro momento les demostraré que ni en eso, les contaré alguna historia de cementerios más adelante. La última vez que había visitado uno fue el de Manzanares el Real, acudí buscando la tumba del doctor Eduardo Alfonso, teósofo, masón y ateneísta, y no estaba, fue incinerado. Hablaremos de él, otro hombre maravillo, de los muchos que han vivido con nosotros. Una vez hecha la visita de rigor al tanatorio para la última despedida, nos adelantamos al cementerio de San Atilano, cuyo milagro del anillo y el pez no les cuento porque se lo van a creer. Me gusto el cementerio, limpio y lleno de flores que habían llevado los parientes de los muertos, recordemos el día anterior jue uno de noviembre, e hizo todo más acogedor. Cuando llegó el féretro portado por los brazos de sus amigos y familiares, nosotros ya estábamos esperando. A m Rodeamos la tumba abierta, nos situamos donde pudimos y llego el milagro. “El mundo que yo no viva/ lo pensé como cosa extraña,/como arca de maravilla./ Ay de mi vida”. A mi espalda sonaba una voz emocionada. Una maravillosa voz, que envolvía el silencio de todos nosotros, mientras sonaban las despiadadas paladas de tierra que cubrían el féretro. Y al final llegó el pasado deseo. “ A ese mundo quisiera entrar/ antes que suene la hora/ - ay - de mi vida”. Sonaron aplausos de comunión de todos los presentes, Todos nos dimos cuenta que vivimos un agran momento, momento que sólo era nuestro. Me volví y ahí estaba él, cantando lo que tantas veces había cantado, tremendamente emocionado, con la mirada elevada al cielo de la tarde que comenzaba a irse. `¡Qué tristeza más tremenda y limpia del amigo!. Pensé, ¿habrá entrado antes que suene la hora? Rechace la idea. No, lo está haciendo ahora, es el momento y nunca pudo ser antes. Hay deseos que no se pueden alcanzar en nuestra vida, y es mejor que así sea. Ahora nos toca a nosotros rebuscar en el arca de maravilla donde seguro guardaba sus mejores secretos, y que descubriremos con nuevas lecturas. Siempre ha sido así, la distancia lleva a la profundidad. Sonaron los versos d e Machado «¿Y ha de morir contigo el mundo mago donde guarda el recuerdo los hálitos más puros de la vida, la blanca sombra del amor primero, la voz que fue a tu corazón, la mano que tú querías retener en sueños y todos los amores que llegaron al alma, al hondo cielo?» «Gracias, Agustín, Gracias», era Isabel Escudero, sonaron los aplausos y subió la emoción. Varios más hablaron, recitaron y cantaron. Al final alguien leyó el primer cuarteto de este soneto teológico, que yo me siento obligado a reproducir completo.



Enorgullécete de tu fracaso,
que sugiere lo limpio de la empresa:
luz que medra en la noche, más espesa

hace la sombra, y más durable acaso.
No quiso Dios que dieras ese paso,

y ya del solo intento bien le pesa;

que tropezaras y cayeras, ésa

es justicia de Dios: no le hagas caso.

¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,
me nombras y me amas?: yo me niego,

y en ese espejo no me reconozco.
Yo soy el acto de quebrar la esencia:
yo soy el que no soy. Yo no conozco
más modo de virtud que la impotencia.


Poco después llegaría la noche, y solo Agustín García Calvo, se quedó con ella.


Felix Arellano

-DIGNIDAD-

En los próximos años, se reconocerá la inmensa influencia que ha tenido Agustín García Calvo en el desarrollo de la gramática, la poesía, la traducción, la filosofía y el teatro actuales.

Incluso aquellos que pretendieron ningunearlo, difamándolo y, hasta cierto punto lo consiguieron, se sumarán encantados a los fastos, siempre que su recuerdo no sea utilizado para relanzar sus ideas.

Ya se sabe que para el poder los mitos son más peligrosos muertos, pero los hombres libres y que razonan, mejor que se mueran.

Sin embargo, aquellos que nos sentimos afortunados y orgullosos de haber compartido su tiempo, le asociaremos a una palabra: dignidad.

Dignidad por la que con unos pocos profesores prefirió abandonar una vida cómoda de catedrático y no dejar abandonados a sus alumnos en 1965, negando así la continuidad del régimen franquista.

Dignidad con la que en el convento de los capuchinos de Sarriá y cercados por la policía franquista, se atrevió a resaltar las insuficiencias e injusticias de la democracia en medio de la incomprensión general.

Dignidad con la que en 1969 resistió 22 días de interrogatorios en la Dirección General de Seguridad en los que dijo muchas palabras , pero ningún nombre, tras lo cual se exilió. Él que prefería continuar enseñando y luchando, que para él eran sinónimos, porque sabía que la siguiente parada de tren sería la cárcel.

Dignidad con la que supo resistir los cantos de sirena de fama y dinero, mucho dinero, solo por aceptar su presencia cotidiana en la televisión en el nuevo Régimen democrático, ya que iba contra sus principios.

Dignidad con la que rechazó convertirse en el influyente intelectual orgánico de izquierdas del sistema sólo con que se hubiese plegado al poder, lo que otros llamaban evolucionar.

Él, sí entendía su auténtico sentido.

Y dignidad con la que trataba con el mismo respeto a la señora de la limpieza, López Aranguren o un obtuso estudiante porque eran el pueblo, sus iguales.

Que su cuerpo descanse y su pensamiento vuele.

In Memoriam: “La amistad entre Agustín García Calvo y los ingenieros de caminos”

Es desconcertante para al¬gunos que un Poeta, Dra¬maturgo, Filósofo, Gramáti¬co…, tuviera tanto apego y cariño a esta profesión. Evi¬dentemente somos pocos conocidos en esta Sociedad como amantes del conoci¬miento y suele ignorarse la sensibilidad intelectual del Ingeniero de Caminos. ¿Sa¬béis que los proyectos de Jo¬sé Torán eran prologados por Rafael Sánchez Ferlosio y su mujer Carmen Martín Gaite o que los artículos y trabajos sobre el Territorio de nuestro gran Maestro, Clemente Sáenz Ridruejo eran unas mara¬villas del lenguaje...?

Pero esta vez debemos centrarnos en Agustín. En la última vez que conseguimos que participara en alguna de nuestras actividades, conferencia inaugural “De¬porte, Juego y Competición” del XIX Curso de Verano de Ingeniería Civil (6-10 de julio de 2009) comentó el porqué de su cariño a la profesión:

“Ingenia quiere decir; in¬geniárselas para vencer los llamados obstáculos naturales. Qué tiempos aquellos en que un inge¬niero se enfrentaba con un barranco o con un montón de rocas molesto para el ferrocarril o para la construcción de cual¬quier edificio y se las inge¬niaba de maneras tan ma¬ravillosas como todavía nos es dado recordar. El ingenio tratando de ven¬cer cualesquiera obstácu-

los que se le oponen a uno y encontrando los tru¬cos más oportunos y más eficaces muchas veces. Eso era el Arte de la Inge¬niería”.

Al regre¬so de su exilio parisino los alumnos de la Escuela de Caminos de Madrid intentamos que interviniera en alguna de las actividades que organi¬zábamos .La primera que recuerdo fue la confe¬rencia: “El ferrocarril de Alta Velocidad” (año 1986). Aula 27 totalmente llena, más de 300 personas. En las primeras filas catedráticos y profeso¬res de la Escuela. Alguno me preguntó que hacía Agustín en una mesa en la que esta¬ban entre otros, Manuel Lo¬sada, catedrático de Ferro-carriles de la Escuela y fer¬viente partidario del AVE.
Agustín era Pre¬sidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril, por lo cual estaba claro que sí pin¬taba en la mesa, aparte de que nosotros teníamos por costumbre sentar a las máxi¬mas opiniones posibles y en¬frentadas.

Recuerdo que tenía que coger el tren de Zamora, donde residía parte de la se¬mana, y como su medio de transporte era el ferrocarril nos rogó que no fuera el últi¬mo en intervenir. No quería perderse el último tren del día. Creo que intervino el ter¬cero. Empezó su discurso defendiendo esos trenecitos lentos en los que el tiempo no pasaba y en que se iba disfrutando del paisaje… Co¬mo estaba de moderador en la mesa empecé a ver la cara y el nerviosismo de al¬guno de los componentes y pensé: ya la hemos vuelto a liar; pero no. Cuando se fue corriendo al taxi que le tení¬amos preparado en la puer¬ta de la Escuela, se levantó la sala para despedirse y la ovación duró minutos. Des¬pués de su intervención fue difícil la defensa del gasto que supone este medio de transporte (os suena esta crí¬tica al día de hoy…)

Escucharle era un placer porque al principio siempre nos sorprendía para volver a intentar una y otra vez que entendiéramos su discurso entre “los de abajo y los de arriba; Pueblo- versus -Poder.



Parecía que disfruta¬ba con ese juego; nos se¬guía en el motivo de su par¬ticipación para luego ir a lo suyo, como bien nos recor¬daba y se lo agradecíamos. Cuando hacíamos los Cursos de Verano de Inge¬niería Civil en Segovia, a las autoridades (daba igual el signo político del Ayunta¬miento) y amistades les en¬cantaban que le invitára¬mos. Era castellano viejo (Zamorano), y cuando el curso lo dirigía Clemente (Soriano), Agustín me pre¬guntaba si iba a estar en el acto; le respondía que iría y no sé por qué nunca denegaba su participación en el Curso. Por ejemplo: el X Curso de Verano de Ingeniería Civil (2000) lo inauguró Agustín con la conferencia “LO MEJOR ES EL AGUA”. Empezar la conferencia canturreando en su metro y en griego, el arranque de la Olímpica I de Píndaro; “LO MÁS BUENO: EL AGUA; MÁS…

Como estábamos en Segovia con esa maravilla de obra que dejaron los romanos, le vino de perlas para que nos contara su versión del Acueducto y la relación con el Poder. La población de Segovia Capital se pien¬sa que no era más de 8.000 habitantes y ¿qué pinta esa obra tan costosa al norte de los montes carpetanos? Evidentemente co¬mentaba; era una forma de demostrar a los pueblos levantiscos que poblaban el río Duero que el poder estaba representado por Roma. Acabada la conferencia en el café del descanso, Ellos hablando y nosotros escuchando, queda en el recuerdo como algo inolvidable y placentero para los que lo vivimos.

Dejemos para otro mo¬mento los recuerdos de otros actos en los que inter¬vinimos con Agustín e inclu¬sive la ayuda de los cami¬neros en el intento de for¬mación de la Escuela de Lingüística, Lógica y Artes del Lenguaje de Madrid.

Para acabar: Agustín quería demostrar que el Sis¬tema tenía contradiccio¬nes; hasta el final lo consi¬guió. Se murió el día del co¬mún de los muertos y la co¬mitiva con sus restos diri¬giéndose al cementerio municipal de Zamora la presidía “un coche de la policía municipal de Zamo¬ra” y en el coche donde yacían sus restos le acom¬pañaban dos coronas, una a cada lado; la primera en¬viada por” sus amigos y compañeros de la CNT” y la segunda por “El presi¬dente de la Comunidad Autónoma de Madrid”

Agustín, SIT TIBI TERRA LEVIS

Ángel Guerrero Ballesteros

Secretario del Consejo del

Patronato Fundación

Ingeniería y Sociedad

9 de noviembre de 2012

A LA MEMORIA DE AGUSTÍN GARCÍA CALVO


8 de noviembre 2012

Semanario de la Comunidad Madrileña de la ELP Nº 276


Si hubo un pensador que contribuyó -junto con Freud, Lacan y Heidegger- a dar consistencia intelectual al psicoanalista, ensayista y agregado cultural de la embajada argentina en Madrid, Jorge Alemán, ése fue Agustín García Calvo, teórico de las masas, el poder, el pueblo y las revoluciones, como lo demuestra este texto exclusivo del argentino para esta agencia.

En 1976, con 25 años, llegue Madrid, exiliado de la dictadura de Videla. A los días de estar por los bares, escuche su nombre. El volvía, regresaba de su exilio francés, había sido expulsado de la Universidad por el franquismo. Lo fui a ver sin saber mucho de él, suponiendo que al ser un “ intelectual “ exiliado quizás encontrara una hospitalidad eventual en su Decir. Al instante de encontrarlo, supe que nunca había visto a un hombre así. No era un intelectual ni un profesor como los que yo había conocido. Hablaba desde un lugar extraño, excéntrico, imposible de capturar por cualquier de_nición. Solo podía a_rmar que hablaba. Pero en su hablar se ejercitaba en acto un modo de desencubrir a la palabra a través de la palabra radicalmente distinto. Diferente de los modos vigentes de la circulación de los discursos en la distribución de los saberes. Hablaba por fuera de las profesiones, de los especialistas, de los expertos, de las titulaciones universitarias, de las jerarquías institucionales.

Hablaba por fuera del metalenguaje a partir de un acto de enunciación que producía una turbulencia que borraba cualquier distribución ordenada. Hablaba un castellano con un ritmo zamorano y una respiración planetaria, donde en cada escansión se hacia patente su decisión con respecto al lenguaje: escribir como se habla, hablar como se escribe.

Al modo de Wittgenstein y Heidegger había conquistado ese lugar de libertad donde las citas y las referencias se esfuman, ya no cumplen mas que una función de autoridad irrelevante con respecto a lo que se trata de desocultar. Tratándose de la Razón Común, el encubrimiento y la falsedad se enfrentan desde el lenguaje mismo. Así le vi traducir a Heraclito y Parmérides, con tarjetas escritas en griego que brillaban como naipes de oro en los bares de Madrid o lo vi “regañar” a los que citaban, como yo, autores contemporáneos, que distraían la tarea.

Así lo vi condescender con Freud y con Marx, así lo vi desplegar el psicoanálisis como un proyecto de disolución de las almas llevado a cabo por una mujer. Lo vi como un hombre que había nacido de nuevo en su invención de una Lengua Sin Amo. Lo vi recitar con un ritmo y entonación propia de una época extraña. Lo vi atravesado por extravagancias y apariencias de un anacronismo intempestivo. Lo vi escuchando una y otra vez a los locos y a las locas sedientos de verbo, que lo asediaban esperando su palabra justa. Lo vi traduciendo “La Negación de Freud”, a través de puntuaciones que nos devolvían un texto original y un inconsciente semejante a una lengua sin dueño. Lo vi ofrecerme refugio en la entonación de su voz, atestiguando la condición insobornable del Pueblo cuando se separa de la masa. Lo vi mostrando el lugar que el Dinero no puede alcanzar.

Márgenes de la Lógica, Presocráticos, Razón Común, Lucrecio. En las tardes madrileñas de los Miércoles, entre exiliados, locos, profesores, escritores, artistas. Y la verdad, el rigor, la invención teórica más exquisita y sutil. Dando forma y cobrando materia en la lengua, gracias al Pensador, atravesando las calles de la ciudad eterna.


Jorge Alemán

8 de noviembre de 2012

CONTRA LA MUERTE. CARTA-PÉSAME EN RECUERDO DE ¿AGUSTÍN GARCÍA CALVO?



“Pero si es tan fácil dejarse morir… tan fácil como dejarse vivir, claro: porque eso de vivir y de morir, en verdad, o sea mientras no se sabe lo que son, son lo mismo, y dejarse morir tan fácil como dejarse vivir, ¿verdad?
En cambio, en realidad (lo sabe usted igual que yo), dejarse vivir no es nada fácil: hay siempre tantas cosas que hacer, asuntos que resolver para asegurar el futuro en que uno va a vivir, que, claro, así no hay quien viva;
y, por lo mismo, así es de duro esto de morirse: porque la muerte real es la futura, siempre futura, y, con ésa encima, ¿cómo se va a dejar llevar uno por esta muerte de verdad, de ahora mismo, que es lo mismo que la vida?”

Una más de tus diabluras parece, Agustín, ésta de ir a dejarnos precisamente el Día de los Muertos, como un guiño que nos haga preguntarnos qué es eso de la muerte de uno, como una mueca burlona que nos mueva a descubrir que no es el mismo ése tú que queda ahí, existiendo para pasto de la Cultura, y ése otro tú huido, que no está ya, pero que sigue vivo en el recuerdo.
Sin haber tenido nunca trato contigo, te nos hiciste muy querido, seguramente por sonar como cualquiera que se deje hablar sin componendas –razón y corazón desmandados– y porque acertaste a herirnos tantas veces con tus ocurrencias.  Pocos hay en que se dé esa feliz unión de habilidades tan diversas, y desacostumbrados son el tino y la ostinación con que las pusiste siempre en marcha.
Y de esta pena de no tenerte ya más enredando por este mundo (aunque no nos cogiera sin aviso, pues te nos venías despidiendo desde hacía mucho), ¿nos vamos a consolar y conformar con la tristeza aburrida de la celebración oficial de esta concha vacía de tu nombre, acomodado ya entre dos fechas en el nicho de la Historia?
Cabe que no: igual que tú mismo a través de letras y canciones encontraste aliento dando voz a algunos muertos muy vivos como Antonio Machado o Miguel de Unamuno, igual que de entre los jirones de escritura hiciste revivir a aquellos Sócrates y Heráclito y Lucrecio y tantos otros, así nosotros seguimos teniéndote a la mano para hacerte sonar una y otra vez…
Y es que lo que así se puede aprender es nada menos que a desaprender lo sabido, a redescubrir nuestro niño perdido para volver a preguntar ante cada cosa: “¿qué es?”, sin cuidado del daño que la pregunta le pueda hacer a las ideas reinantes; aprender a descubrir las mentiras, los sustitutos de la vida, aprender, sin más, a no creer, a dejarse vivir un poco, a ver qué pasa.
Y tú nos enseñaste que la primera mentira es la de la Muerte, la siempre-futura, correlativa del individuo bien costituido con el que se forman masas, para desgracia de lo que nos queda de pueblo por debajo. No en vano tenías tú tantas prevenciones contra la firma personal (últimamente hasta, en los papeles que seguías publicando, ponías tu nombre entre interrogantes), y con razón te resistías a dejar autobiografía ninguna… Y con ello nos ayudas ahora a nosotros a estar en guardia contra las atenciones a tu personita difunta.
Y en fin, Agustín, que te haya sido gloriosa y alegre esa muerte verdadera, y ánimo: te has librado de tragarte las necrológicas y actos oficiales.

P. D.  Si te encuentras por ahí abajo con Chicho, dale también un abrazo de nuestra parte.

Comentario de Javier Iglesias en Hoy por hoy Zamora 06/11/2012



En la tribuna del martes, el profesor y el inspector de trabajo, Javier Iglesias. Uno de sus maestros fue el insigne zamorano, fallecido la pasada semana, Agustín García Calvo. Hoy en el tiempo de opinión, el particular homenaje de Javier Iglesias a García Calvo.

7 de noviembre de 2012

"Nada muere, AgustÍn"


Agustín García Calvo, en 1926, nació con el poeta Virgilio (un 15 de octubre); tuvo un Centro privado de enseñanza en la Calle del Desengaño, tras ser expulsado por decreto de su cátedra universitaria de Filología Latina a raíz del pronunciamiento estudiantil de febrero de 1965; murió en el día de los santos todos y comunes (y no en el de uno solo: no iba con él) de 2012, y, tras reposar inerte en el Tanatorio de La Soledad de su natal Zamora, condujimos su venerable cadáver al cementerio de San Atilano -sin rezos, sin otras circunstancias concomitantes que los cantos de sus canciones en la voz de Amancio Prada, los versos de Antonio Machado que decía de memoria mientras se afeitaba recitados por Isabel Escudero, la voz entrecortada de su entrañable amigo José Luis García Rúa y la lectura del conmovedor soneto /teológico/ del propio Agustín que, en el arranque de su /Sermón de ser y no ser/, proclama al principio "Enorgullécete de tu fracaso, / que sugiere lo limpio de la empresa...", y concluye "Yo no conozco / más modo de virtud que la impotencia"-.

Como hubiera dicho Josep Pla, un "homenot": un gran tipo. Quiso aún acudir a una cita con los filósofos de la UB una semana antes de morir; pareció desear un encuentro final con Barcino, como pretendiera don Quijote. Pero su corazón, debilitadísimo ya, feliz pero roto tras muchos jueves al sol y en Sol ejerciendo de Sócrates, indignado con los indignados del 15-M -megáfono en mano contra las mentiras del Bienestar-, se negó al empeño; conste de todas formas que, como cabal /sapiens /estoico, hasta el último suspiro dio ejemplo de virtud: con las energías muy menguadas, sin el cuerpo aquél, con un hilillo de voz que equivalía sin embargo a su voz portentosa de antaño, vino a morir "con las botas puestas". Enemigo del nombre propio y de la razón particular, identificó sus últimas obras escribiendo su propio nombre entre interrogantes; fiel a su burro (leed /Al burro muerto/, un gran libro de poesía), solía dedicarle el requiebro de que él, el burro, no tenía opiniones sino razón. Hasta tal punto vivía en el desapego, que, amante del fútbol, era incapaz de saber quién concreto chutaba y a qué equipo individual servía: sentía solamente fascinación por el girar colectivo y descreído de la pelota. Como dejó certeramente escrito Fernando Savater en /Mira por dónde/ -no cito al pie de la letra-, Agustín ha sido el único ejemplar de una especie que, muerto él, quedará, como es lógico, extinguida. Fue ácrata, fue libertario, pero no anarquista en el sentido clásico: "Nadie puede ser anarquista. La persona es reaccionaria por esencia. Hay algo que nos puede. Nadie es de verdad", solía repetir.
La Cultura Oficial y los Medios de Formación de Masas siempre miraron hacia otro lado cuando olían el peligro de su incómoda y rotunda presencia: hasta el último día, en que ningún gran diario incluyó la noticia de su fallecimiento -ni su fotografía- en portada, a pesar de que quien acababa de morir era un gigante. Agustín provenía del mundo apasionante y casi wagneriano de la Filología Clásica: dominaba por igual el latín y el griego [/rara avis/], y en esas armas hay que buscar la raíz última de su contundencia en tantos campos; mas no era un académico: supo mejor que nadie que las lenguas clásicas -y sus culturas- son un medio privilegiado para acceder a una multitud de universos, pero jamás un fin en sí mismas.

Supe por primera vez de Agustín García Calvo cuando el Profesor Pere Rovira puso en mis manos el /Virgilio /del maestro (libro de 1976) en el año 1978. Cuando me incorporé como docente de Filología Latina al viejo Estudio General en 1984, lo primero que hice, en horario no lectivo, fue invitar a Agustín, en plena primavera del año siguiente (¿cuándo si no, si no entre rosas?), a impartir un doble seminario que todavía muchos recuerdan por la respuesta multitudinaria que suscitó y, en particular, por el magnetismo que el recitador supo imprimir al regalo de sus propias composiciones: "Sobre técnicas de traducción y lectura" y "Poesía contra literatura" (18 y 19 de abril de 1985). Desde entonces, García Calvo ha venido muy a gusto a nuestra Facultad de Letras en numerosas ocasiones; la última -con Isabel Escudero-, el 17 de mayo de 2007 para un recital en el marco del Aula de Poesía Jordi Jové; y visitó por última vez Lleida el 13 de marzo de 2009 -tuve, como siempre, el placer de presentarlo- para, en coordinación con la Facultad, pronunciar en el IEI una conferencia titulada "Funciones de los intelectuales" en el marco de unas Jornadas de Filosofía.

Nunca olvidaré -ni nadie olvida, cada quien a su manera- el efecto (diría que casi narcótico) que producía Agustín García Calvo la primera vez que prodigaba su verbo ante un nuevo auditorio o, terminado el festejo, en la distancia corta, en la mesa tertuliana -recién estrenada- de una cafetería. Quedabas atrapado para siempre. Era literalmente cautivador: a los más jóvenes, su seducción se hacía irresistible. Eso me pasó a mí en la madrugada ya tardía del 19 de abril de 1985, cuando, al regresar del bar de los placeres a casa, mis padres no acertaban a saber qué clase o qué cantidad de alcohol había yo ingerido, pues, habiendo a buen seguro ingerido poca cantidad o casi nula de ello (o al menos eso declaré yo), surgió el debate -que persiste aún- sobre la causa exacta de aquella embriaguez que perdura.

Pues "nada muere: la muerte es sólo miedo a morir"; eran éstas sus palabras.

Fue un grandísimo señor de las ideas y del arte de grabarlas a fuego con un lenguaje exacto y preñado de pureza. Fue y será siempre mi maestro.
       

 Matías López López

Antonio Rodríguez Almodóvar: El último presocrático


Él mismo dice, en su última entrevista: “Sócrates no es otra cosa que el último de los presocráticos” (revista Filosofía Hoy). Ahora que se ha ido, quiero decir que ha muerto, bien puede predicarse lo mismo de él, de Agustín García Calvo. En Sevilla tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo, allá entre los 50-60, cuando enseñaba latín y griego en la facultad, y unos cuantos muchachos azorados nos partíamos la mollera intentando seguirlo. No sólo en sus estimulantes traducciones de Catulo, de Heráclito –otro de sus pocos amigos redivivos por la razón común, que era el verdadero disolvente que aplicaba a todas las mentiras del Sistema-, sino en otros de sus amores literarios, como fue y era el de Juan de Mairena, su verdadero maestro, a mi entender. Que por cierto ninguno de nosotros había oído hablar antes de aquel “pelmazo”, según quería la Literatura Oficial de entonces, empeñada en que el bueno de don Antonio Machado había tenido un despiste. De otras muchas cosas supimos en los seguidos y perseguidos seminarios de mitología que daba García Calvo por las tardes, y que fue donde Los Otros le fueron buscando la primera ruina.

A la sazón, mayo de 1961, un protocura de la facultad le instruyó severo expediente por causa de un rumor, que decía que en uno de aquellos conciliábulos de perversión había dudado de la Virginidad de María, amén de dado culto vespertino a la Diosa Venus, con paloma expiatoria y todo. Tiempo les faltó a los guardadores del Orden para entablarle Causa de Expulsión del Sagrado Redil Universitario, si precisamente en el de Sevilla aún se exigía de todos sus cátedros juramento de Fe al Dogma de la Inmaculada Concepción. Mas la causa general fue exactamente la misma que le endilgaron a Sócrates: corromper a la juventud. No era ya costumbre administrar la cicuta, pero sí que lo echaron de su cátedra y, a la postre, de Sevilla, tras un juicio eclesiástico de lo más conspicuo, quiero decir, de lo más chungo: como que cuatro curas repantingones fueron citando, de uno en uno, a unos cuantos alumnos que se suponía ya estaban corrompidos por él, si bien ninguno, que yo sepa, depositó testimonio de aquella superchería. Reinaba ya en la Ínclita y Beatífica Facultad de Filosofía y Letras un adelantado del Opus Nigrum, que tampoco hizo nada por evitar el despropósito. Mas no acabó ahí la fiesta, sino que siete años después, habiendo concedido Agustín a un periodista de esta casa unas declaraciones de lo más corriente, ello bastó para que se incendiara en cólera divina el Alcaldillo de Franco que entonces había, un terrateniente de postín, el cual vociferó contra el maligno excátedro, y hasta organizó un acto de desagravio a los pies del monumento de la Inmaculada, un 7 de diciembre de 1968 que era. (Curiosamente, el mismo sitio que había dado lugar a un enfrentamiento radical –quiero decir, con heridos de bala– en otro 7 de diciembre, pero de 1936, entre requetés y falangistas, por un ‘quítate tú, que a mí me toca custodiar en su Vigilia a la Madre de Dios’). Suceso del que no hallarán ustedes la menor noticia en la Fortificada Prensa de aquellos días, como tampoco de otras cosas que aquí les cuento y de las que doy fe, así, con minúscula, que nada tiene que ver con La Fe, contra la que él escribía, y que no era solo la de la religión, sino la de la misma realidad, y la del tiempo, la del futuro y la de “la banca-rota”, que tiene gracia llamar así, en esta de sus últimas aportaciones, a la vileza en que por fin nos ha metido el Poder. Mejor para ti, Agustín, que no tengas que ver la que nos espera.