31 de diciembre de 2013

Sobre el pasarlo bien

Javier Hebrero (transcripción y digitalización)

¿Agustín García Calvo?

De la tertulia política
Celebrada el 11 de Febrero de 1999
En el Ateneo de Madrid.

Bueno, parece que las últimas cuestiones que han ido saliendo, referentes primero a la evidente injusticia social, que muchas veces aparece como natural, en el caso por ejemplo de que la mayoría son feas, es una condición en la que justamente el Régimen más avanzado, la Democracia, se apoya.  A propósito de eso, y después a propósito de las cuestiones, más o menos enlazadas, de la droga, alucinación, éstasis, y demás formas de evasión de la realidad, nos iba tocando en esta sesión de la tertulia volver sobre las cuestiones de placer, de amistad, aprovechando que el Régimen se llama así algunas veces, “el Régimen del Bienestar”.  El placer, el estar bien, el pasarlo bien, y lo otro, lo contrario, que evidentemente ha de tomar formas muy diversas.  Es una cuestión vieja, pero como todas las cuestiones viejas, siempre frescas, y sobre ella es a lo que os propongo volver ahora.

Ya alguna vez, el año pasado, en estas tertulias salía a otro propósito la evidencia de que lo mejor que uno puede hacer por los demás es pasárselo bien; una evidencia que está generalmente disimulada, controvertida, equivocada, de mil maneras distintas, pero que aquí tratábamos de volver a dejar en su fresca evidencia: lo mejor que uno puede hacer por los otros (esto alude a lo de la injusticia, de que estos días tratábamos), lo mejor que se puede hacer, se diría hasta en el sentido de la revolución, lo mejor que puede hacer por eso que no sabemos lo que es, pero que ahí tiene su gracia, el pueblo, es pasárselo bien.  Y pasárselo bien, como pronto se verá, no es una cosa tan sencilla, porque uno no está acostumbrado a tal cosa; mejor dicho, está positivamente acostumbrado a otras cosas que no son precisamente pasárselo bien, pero que en muchos de los casos funcionan como su sustituto, y ya sabéis que en el Régimen que padecemos de lo que se hace vivir a la gente es esencialmente de sustitutos... Seguir leyendo y escuchar o descargar

29 de diciembre de 2013

"MACBETH" EN LA VERSIÓN RÍTMICA DE AGUSTÍN GARCÍA CALVO

http://www.editoriallucina.es/articulo/macbeth-version-ritmica-de-agustin-garcia-calvo_83.html

Disgustaba a Nietzsche la mezcla de lo elevado y lo vulgar que detectaba en Shakespeare, por comparación con los Trágicos griegos. Es esa variedad de tonos, empero, la que da razón de la modernidad imperecedera del dramaturgo inglés. Y no podía encontrar traductor más atento a sus filigranas lingüísticas y estilísticas el autor de Macbeth que el añorado maestro zamorano, fallecido hace poco más de un año. No compartir sus ideas políticas no debería ser óbice para reconocer su inmenso mérito científico y literario, tan poco apreciado por estos pagos. Ciertamente, la figura de García Calvo se antoja ciclópea en el panorama de la mesocracia intelectual, moral y artística actual alentada por nuestra Monarquía de Partidos o Partitocracia socialdemócrata, y, por lo tanto, silenciable bajo el peso de la cultura mediática.
Así, frente a los egos tumultuosos que produce el mundillo literario, con tipos como el del censor gallináceo, platonista del tres al cuarto, e hipócrita expendedor de títulos de poeta, y el de la figurita literaria que ejerce la más rastrera de las envidias, la dirigida hacia el que está "por debajo" en el "escalafón" literario, ambos tipos símiles (asinus asino pulcherrimus), y concordes (inter inhonestos similitudo morum), García Calvo niega su identidad individual de literato, para profundizar en la razón común del lenguaje, que yace en la pluralidad anónima del "pueblo"; y, por ende, contra la poética normativa hepta-endecasilábico-sonética, García Calvo desarrolla nuevos moldes métricos y estróficos en español (véase, por ejemplo, su pródigo Libro de conjuros)... Seguir leyendo en Memoria métrica, blog de José Miguel Domínguez Leal

28 de diciembre de 2013

Sobre teatro

Conversación de AGC dobre Teatro, con los actores del grupo de Ismena y con Isabel Escudero. Centro El Horno, Madrid, 21 de Noviembre de 2005. Grabación realizada por Carlos Fontales.



Ismena
Recitada íntegramente por Agc
En: Baúl de Trompetillas

20 de diciembre de 2013

Ortografía


Agustín García Calvo

Me ha tocado estas semanas pasadas enterarme de un gran despliegue de páginas, ondas y pantallas, en torno a los arreglos de la Academia con la ortografía del español. Tanto descaro, que las mayorías (no lo que quede de gente o pueblo) admiran, tragan y se callan, me obliga a volver aquí a soltar cuatro perogrulladas sobre el asunto, ya que no las sueltan otros.

La cultura, que es el poder, ha arrebatado a la gente el don de escribir como se habla

La ortografía del español es casi tan mala como la del inglés o la del francés

La ortografía del español no es mala por esos melindres de si se autoriza o no a escribir el acento de este o solo ni porque a la y se le llame y griega o ye: esta ortografía es mala y detestable porque, por ejemplo, desde que el español oficial perdió el fonema H (que algunos dialectos mantienen hasta casi hoy en uso, cuando dicen "hambre", "hondo" o "ahogar"), los doctos del XVII o ya académicos del XVIII quedaban con las manos libres para jugar con la letra h y mandar que lo que en castellano se venía escribiendo omre o aver se escribiera hombre y haber, en vista de que en latín (como doctos que eran, sabían su poquito de latín) se había escrito homine y habere; o porque, una vez que en castellano se hubo anulado la oposición de fonemas que hacía distinguir en la escritura lo que en la lengua se distinguía, cavar (o, lo que era lo mismo, cauar) y lavor, pero caber y sabor, las letras b y v (cuando en el XVIII acabó de distinguirse de u) quedaban abandonadas a las decisiones de los cultos, que ordenarían escribir boca o hierba, no por nada, sino porque en latín eran bucca o herba, pero vaca y cuervo, porque en latín habían sido uacca y coruo, y los imperfectos de la 1ª, que durante siglos, habían sido en castellano y se habían escrito con ava, cuando ya la distinción de las letras b/v no respondía a nada en la lengua, mandarían que se escribieran con aba, porque así se escribían en latín.

Puede que estas te parezcan un par de inocentes pedanterías de los cultos, pero, ah lector, como la cultura es el poder, han acarreado que la gente, a la que se ha hecho perder el don de escribir como se habla, no sepa a qué atenerse con la h, la b o la v, y deba, para "escribir bien", o sea demostrar su cultura, recurrir a la autoridad, necesite manuales de ortografía y, en el colmo del progreso, el tocho de 800 páginas de Ortografía de la Academia.

Y no digamos (EL PAÍS, 16 de diciembre de 1991, Esplicando trasgresiones de ostáculos subcoscientes) de los casos en que, introduciéndose más y más cultismos en la lengua, la ortografía académica se atenía sin reparo a lo que en la lengua de origen se escribiera, llegando a producir cosas como extraño, obscuro o transporte, que nadie había jamás oído en castellano, pero que, por fuerza de la cultura, algunos locutores concienzudos hasta llegaban a pronunciarlas.

En una palabra: la ortografía del español es mala, y casi tan mala como la del inglés o la del

francés, en el sentido de que es una constante traición a lo que hay de veras en la fonémica y prosodia de la lengua, y costituye así una serie sin fin de tropiezos y de trampas para la gente, que habla así de bien como habla gracias a que no sabe cómo lo hace y que, puesta a escribir, desearía que le dejaran escribir sencillamente como se habla.

Y eso era tan fácil... No tiene usted más que ver cómo, para escribir lenguas que no se habían escrito nunca, se han inventado escrituras decentes, con más o menos acierto, y menos o más intromisión de pedanterías de poca monta, pero que responden a lo que era la vocación de la escritura misma, y de la alfabética en especial, que era reproducir visualmente todos (o al menos los principales) y solos los entes y reglas que en la lengua hubiera; así, para los cientos de lenguas, africanas, amerindias, polinesias, australianas, que desde hace un par de siglos han venido a escribirse por obra de lingüistas, doctos, pero con sentido común de lo que era la función de una escritura; o ahí cerca tienen el caso de la lengua vasca, en sus dialectos o ya unificada, para la que los entendidos honestos han establecido una escritura normal, que no tiene por qué tenderle al lector trampas graves para entrar al menos a la fonémica de la lengua.

Y aun para las lenguas cargadas con una manipulación eclesiástica y cultural como las eslavas o las germánicas, se crearon escrituras (la cirílica para escribir en antiguo búlgaro la Biblia o en gótico la de Ulfilas, o las que se usaron para escribir los cantos nórdicos de la Eda o el Beowulfo en antiguo inglés) que respondían sin duda a las lenguas vivas, y que, por varios avatares, han venido a dar en escrituras de lenguas nacionales, como la del ruso o la del alemán, que, pese a algunas complicaciones engorrosas como la de juntar dos y hasta tres letras para escribir un fonema (al. sch), dan cuenta debidamente, si no de la prosodia, al menos de la fonémica de sus lenguas; y, lo que es más y bien cercano, cuando se hizo precisa para el italiano una "revolución desde arriba" de las escrituras, no fue tan difícil establecer una que, salvo las mismas torpezas o engorros ocasionales, no engaña tampoco mayormente al lector sobre lo que haya de veras en la lengua.

Me queda solo por hoy razonar un poco de por qué es que puedan o deban alcanzar tan gran atención, propaganda y esplendor, las naderías de las reglas de ortografía: es que para el poder, para sus Estados y capitales, es de primera importancia procurar que se confunda la lengua con la escritura (y con la cultura en general), ya que la escritura (lo mismo la tradicional que sus versiones informáticas y digitales) es algo que se puede manejar desde arriba, por leyes y por escuelas, que se compra y se vende y vale dinero y promoción en la sociedad y el régimen, mientras que la lengua es la sola máquina que se le da a cualquiera gratuitamente, que no es de nadie y nadie puede mandar en ella, que tiene sus propias leyes, secretas, en las que autoridad ninguna puede intervenir (como puede en la escritura) y tampoco en los cambios que una lengua realice en sus leyes de vez en cuando, sin que nadie personalmente lo decida, sino una asamblea anónima que bulle ahí por debajo de las almas. Y claro está que una cosa como esta es un peligro constante para el orden, que necesita que eso no exista o, si tal ideal no acaba de cumplirse, que por lo menos se oculte y se confunda con otras cosas manejables, y que no se sepa que la hay y que sigue viva.


Agustín García Calvo

Eso no es nada invisible, como el sentido común o el pueblo-que-no-existe: por el contrario, es bien visible: son unos señores que se creen que pueden mandar en la lengua de la gente como si fuera suya.

Harto triste es ya que tengamos que cargar con una Real Academia de la Lengua Española, por ejemplo, destinada al intento de unificar y determinar lo que es español y lo que no, que, como ve que en la escritura puede mandar y dictar normas, se creen que también puede mandar en la lengua y enseñar a la gente cómo hablar bien en español. Los resultados puede el lector, y aun mero oyente, topárselos por doquiera; unas reglas de ortografía insensatas, que arrastran un lastre de pedanterías desde el siglo XVII hasta el presente, como mandar que se escriba con h ‘hombre’ y los imperfectos en ‘-ba-’con b, porque en latín, nada menos, (no en castellano viejo, cuando h- era un fonema y la oposición ‘b/v’ regía, y así se escribía omre o dava) sabían, los ignorantones de ellos, que en latín se escribía homo o dabat, mientras permite graciosamente la Academia y sin más motivo que algún descuido de viejos cultos consagrado, que escribamos sin h- ‘armonía’ o ‘endecasílabo’. Todas las cuales pejigueras, si se limitaran  a la escritura, no serían mayor crimen, pero amenazan con serlo (contra lengua, que no es de nadie, y pueblo, que no es nadie) cuando a partir de ahí, pueden llegar locutores concienciados a obedecer y, en vez de escribir como se habla, hablar como se escribe, soltando cosas como oBstáculos, eXtraños o traNsportes . Y se topan igualmente los lectores con Diccionarios de la Lengua, que intentan esplicarle a la gente, con una culta ignorancia heredada de tres o cuatro siglos o, peor todavía, actualizada, el significado de las palabras, que ya de por sí no puede nunca definirse, pero que, con la inepcia académica, da lugar a  una serie de embrollos y de errores que hasta le sonarían al sentido común ridículos, si no fueran los súbditos del poder tan obedientes.

Harto triste y penosa es ya esa carga de sentir cómo la  Cultura quiere poner la lengua al servicio de los ideales o necesidades del Estado y el Capital. Pero la cosa se vuelve más triste todavía cuando se encuentra uno encima con feminist@s, o con catalanist@as o galleguist@s, que reproducen la misma inepcia culta y académica, queriendo que la lengua que no es de nadie se ponga al servicio de sus banderas respectivas, y, al hacerlo, demuestran la misma espesa ignorancia de lo que sea lengua o pueblo; que tal vez sea común el no saberlo (la gente habla así de bien como habla gracias a que no sabe a conciencia la gramática de su lengua); pero se vuelve en ellos ignorancia monumental porque creen que sí lo saben.

Sólo por hoy un par de ejemplos. Cuando se empeñan en que al menos todos los españolitos digan , en vez de Lérida, Lleida (que como la mayoría de ellos yeízan, será más bien Yeida) o Girona (con una g- catalana, algo como sy-) o , para no ser menos, Ourense y A Coruña, revelan la insipiencia más elemental en que ni siquiera se dan cuenta de que justamente los Nombres Propios son elementos que no pertenecen a una lengua, de manera que, al poner en ellos su patriotismo lingüístico, destapan lo mal que saben lo que son los mecanismos de su propia lengua; y en su ceguedad, se vuelven así en contra de su propio patriotismo, al no recapacitar siquiera en que eso de que a ciudades se las llamara en el estranjero Londres o Burdeos o Varsovia o Pekín lo que mostraba era el renombre y fama de que gozaban fuera de las fronteras de un Estado y de su idioma oficial.

Asímismo, cuando los feminist@s, se revuelven contra su propia lengua porque, en español, cuando hay en una reunión chicos y chicas haya que decir “todos” y si una familia tiene niñas y niños, se hable en conjunto de sus “niños”, es que se toman a lo sexual la oposición ‘masculino/femenino’, olvidando que cuchillos y cuchillas, ni pozas y pozos, tampoco almendros almendras tienen sexo, y (en inglés no hay tal cosa como Géneros de nombres, pero eso no va a quitarles a los feminist@s de equivocarse también en inglés contra la lengua), lo que hacen con eso es desconocer los mecanismos más elementales de la lengua, como el de las oposiciones privativas, que al tenerse que anular en ciertas situaciones, es el término no-marcado (en este caso el Género Masculino) el que aparece como representante de la oposición anulada ( “son necesarios ollas y pucheros” ); y al echar a la lengua, que no es de nadie, ni sabe nada de sexo ni ordenaciones sociales de uno y otro, la culpa de lo que no le corresponde, están luciendo una confusión desastrosa de la lengua (que no sabe de sexos como no sabe de dinero , siendo la sola cosa humana que se la da a cualquiera gratuitamente) con la Cultura, que ésa sí que es machista, como que el Poder es, desde el principio de la Historia patriarcal y masculino, hasta el punto de que, cuando las mujeres se ponen a ocupar puestos en la escala o cuadros sociales, siendo esos puestos costitutivamente masculinos (presidente, juez, guardia civil, ministro, etc.), no pueden menos de hacer traición a su propio sexo, sometido y sumiso desde el comienzo de estos 10.000 años de Historia más o menos, casi nada al pie de la Lengua, que se hunde más allá de la Prehistoria, y así le echan a la lengua, que no conocen, pero, ¡ay! que se creen que sí, culpas que son de las reglas sociales, de buena y de mala educación, de usos políticamente (in)correctos de la lengua, normas que sí que son con frecuencia machistas o señoriales, como que se establecen y funcionan a nivel cosciente , donde está ordenado  que en sitios, al casarse, tomen las mujeres el apellido del marido, o igualmente se prescribe que se les ceda el paso de la puerta a las señoras; todo lo cual no tiene nada que ver con la máquina de la lengua, donde nadie manda más que el pueblo -que-no-existe, el sentido común o subconciencia, y que los señores (o señoras) no sólo no conocen, sino que, al pretender conocerla, no pueden menos de estropearla y hacerla chirriar de esas maneras.

Más les valía a esos malos rebeldes contra Estados o machismos que dirigieran los tiros a donde deben, y dejaran en paz a la lengua, que es el solo sitio donde pueden encontrar algo de común y pueblo sin sexos ni fronteras, que es lo que podría levantarse contra el Poder y desmentir sus falsedades.

17 de diciembre de 2013

Concierto de Amancio Prada "Libre te quiero"


El cantautor leonés Amancio Prada presentará este jueves, 19 de diciembre, en la librería Oletvm de Valladolid su trabajo discográfico 'Libre te Quiero', dedicado al poeta zamorano Agustín García Calvo.

12 de diciembre de 2013

LA MALPAGÁ


(correspondiente al 18-7-2007)

—Me dejaste pensativo, abuelo, con tus maldiciones de la poesía que se vende; y tanto que, acordándome de la canción del flautista de Brassens, como tú no la habías traducido, me he puesto a hacerlo yo, a ver qué me salía.

—Ah. Y ¿qué?

—Oye la primera vuelta con su musiquilla:

El rapaz que toca el flautín
fue a Palacio a hacerles tilín.
Por la gracia del ton y son,
le ha ofrecido el Rey un blasón.
«Ser un noble yo no quiero»
respondió el tonadillero:
«con blasón en la clave, ya
se hincharía mi sol-fa-la:
se diría en plaza y mesón
'El flautilla ha hecho traición'».

¿Qué tal?

—No suena mal. A ver si la terminas y das con otros que la canten.

—Por ahora, a lo que dice: ¿es que cualquier venta del arte es una traición?

—Eso dice, y no seré yo quien le diga “No”.

—Ya. Pero tú (con mil perdones, abuelo) ¿no has vendido también un poco tus artes algunas veces?

—Sí, pardiez, por más que me pese: yo soy (como tú, rapaz) un tipo real y contante, y no puedo presumir de estar del todo puro y limpio de dinero, que es la realidad misma: nadie que tenga una muerte futura puede.

—¿Ni el flautista de Brassens?

—Tampoco: empezó por ir a Palacio a ganarse con la flauta unas monedillas, ¿no?

—Sí, pero supo distinguir entre eso y el Gran Premio que lo iba a sujetar a la Corte.

—Pues eso es lo que intentamos otros, y no que sea fácil distinguir la raya, pero al menos... ¿Te acuerdas de aquel cuplé de hace años, el de la Bien Pagá?

—¡No voy a acordarme!, si me ahogaba de vergüenza y rabia cada vez que tronaba en un bar lo de Bien pagá fuiste, mujer y se lo tragaban sin rechistar hombres y hasta mujeres.

—Bueno, pues eso: que, ya que no puede aspirar uno a estar limpio del todo, al menos pueda decir claro “que yo soy la malpagá”.

—Ju ju, viejo: ya se verá si te concedo eso. Pero, a lo que el flautista da como murmullo y condena de la gente, “El flautilla ha hecho traición”, vamos a ver: traición ¿a quién? Traición se hace a un ser al que uno está ligado por compromiso y fe, a la Patria, a Dios, al Marido, a la Novia; pero ahí... No dirás “al pueblo”, cuando tú, cada vez que te sale la palabra, le adosas ‘pueblo-que-no-existe’ para que no se confunda con personas o mayorías democráticas; y a eso...

—No: a lo común, a lo que no existe, no se le puede hacer declaración de fe, ni traición por tanto. Pero, aunque sea imitando la jerga de los mandos, ¿no tendrá algún sentido que la gente diga del que vende sus artes al Poder que hace traición?

—Puede, pero no sé cómo.

—Por vía negativa, claro: prestar fe al Poder, al Dinero, al Futuro, a la Muerte, eso es traicionar a lo común y vivo que nos queda.

—Ya: que ser fiel a eso no es más que no ser fiel a los que lo matan.

—Tú lo has dicho.

AGUSTÍN GARCÍA CALVO

10 de diciembre de 2013

Recordando esta entrevista: «No al Futuro»

  García Calvo, hijo del 68 
Texto: ALFONSO ARMADA




Agustín García Calvo, gramático, poeta, dramaturgo, pensador, en guerra contra la familia, la religión, los medios de formación de masas, la historia... la realidad

Llega sin apresurarse, cordial, con sus rasgos legendarios, como su cabellera, patillas y bigote blancos, como un personaje de sí mismo que no quiere serlo, no en vano su guerra contra lo que es no se detiene en su ser: No se niega a hablar de Mayo del 68, al contrario, pero para centrar la cuestión esgrime un folio recién escrito a máquina. Habla quedo, sin titubear, desarrollando los argumentos con limpieza socrática, mirando a los ojos, pero tratando de que esa mirada no sea impositiva ni persuasiva, una invitación a seguir hablando. Parece un viejo león que nunca fue fiero, aunque acaso lo sea cuando sea menester, pero dan ganas de subirse a un lento tren con él. Escribe: «A) Se conmemora, se analiza, se interpreta aquello, en libros serios o novelas o películas y en los Medios de Formación, y más aún cuando pueden contar que han pasado 40 años: todo ello viene a consistir en reducir a Historia lo que pasara. Ahora bien, aquello era (y es) un levantamiento de gente, no del todo sumisa todavía, contra el Futuro que se les venía encima, el Futuro que el Régimen más avanzado del mundo les imponía como necesario. Y ello es que el Poder, para lograr la sumisión a Su Futuro, completa el proceso convirtiendo el recuerdo, donde siempre hay algo vivo y peligroso, en Historia, fechas y datos ya sabidos y que así no pueden hacer daño. Yo sigo viviendo ahora de aquel levantamiento en que me dejé enredar contra aquel Futuro, y de ello sigo viviendo y haciendo lo que se pueda contra esa reducción a Historia y contra este Futuro, que es el mismo».

Nacido en 1926 en Zamora, se doctoró en Filología clásica en la universidad de Salamanca con la tesis «Prosodia y métrica antiguas». En 1965 fue defenestrado como profesor de la Universidad Complutense de Madrid junto a Tierno, Aranguren y Montero Díaz por respaldar las protestas estudiantiles. Exiliado en Francia, fue profesor en la universidad de Lille y en Collège de France. En 1976 le fue restituida su cátedra, que desempeñó hasta la jubilación, en 1992. «Conduce y desmanda» todos los miércoles una tertulia contra La Realidad en el Ateneo de Madrid.

Escribe: «B) Mayo del '68 en París no es más que el final, esplendoroso, de aquello, tras lo cual no vendría más que la triste sangrienta consabida vuelta al Orden, la fusilada ciega de estudiantes en la plaza de Méjico, el desesperado truco del recrudecimiento de la guerra de Viet-Nam, la entrada en Praga de los tanques de la otra forma del Régimen, ya en desintegración ante el Dominante. Pero aquello venía de años atrás, de los varios Centros, populosos y estudiantiles, del Desarrollo: era un NO que se alzaba en el momento en que el Régimen, el de la descarada sumisión del Poder y Estado al movimiento del Capital, se imponía, en Tokio, en California, hasta en Madrid, en las grandes asambleas de estudiantes de fines de febrero y comienzos de marzo de 1965, y sólo más tarde en los combates de sitios de Alemania y Francia. Conviene precisar esto, porque el gusto por conmemorar los finales, Mayo del 68, es también revelador de cómo ahora, los posteriores y conformes, quieren olvidarse de lo que aquel NO decía y sigue diciendo».
García Calvo no se conforma. Premio Nacional de Ensayo por «Hablando de lo que habla», Premio Nacional de Literatura Dramática por «La Baraja del rey don Pedro» y Premio Nacional al conjunto de la obra de un traductor (son legendarias sus versiones de Aristófanes, Heráclito, Homero, Sócrates, Virgilio…), muchos de sus títulos son declaración de intenciones: «Contra la Realidad, estudios de lenguas y cosas», «Noticias de abajo», «Contra la Paz. Contra la Democracia», «Contra el Tiempo», «Contra la pareja»... Escribe: «C) Si te preguntan de dónde venía (y sigue viniendo) la fuerza o gracia para decirle NO al Futuro, al Dinero y al Estado a su servicio, podrías responder que viene de lo que entre la gente, y por ejemplo la grey estudiantil maleducada, queda vivo de sentimiento y razón común; pero harás bien en recordar que las armas para la rebelión las proporciona siempre, en cada ocasión, el Enemigo: son los inevitables fallos del Poder, lo exagerado de sus presiones, lo estrepitoso de sus mentiras, lo que sirve para mover levantamientos de gente como el de los años 60 o cualesquiera otros que surjan por el mundo. Pero no olvides que eso son sólo las ocasiones: el Poder es siempre el mismo, y siempre la administración de muerte su labor».

El papel de los Medios

Pregunta- Los Medios de Formación de Masas, como usted llama a los medios de comunicación, ¿son pilares de la sociedad del espectáculo, cancerberos de la historia, encargados de convencernos de que la lucha está condenada al fracaso?

Respuesta- Son más que una parte del Poder: son la voz misma del Señor. Como el Poder está fundado en la falsedad, la Fe es su necesidad fundamental: hacer creer a la gente en la Realidad, en que la Realidad es todo lo que hay. Es un cierto respiro, en medio del estruendo, eso de que tengan que seguir predicando esa Fe cada día y por todos los Medios: porque, si fuera verdad, ¿por qué tendrían que seguir predicando lo que es la Realidad y haciendo que se lo crea la gente o al menos las Mayorías?

P.- En «El porvenir de una ilusión» vaticinaba Freud el final de la religión, sin embargo parece que vivimos un renacimiento de las religiones. ¿Es una sustitución del Dinero?

R.- No es una sustitución. Dinero es la cara, el nombre dominante de Dios en el momento actual de la sociedad. Lo que sucede es que esta forma dominante de la religión, que es el dinero, esta forma dominante de la cara de Dios que es el Dinero, se conlleva muy bien con los restos de las religiones del antiguo régimen, y no sólo se conlleva bien con ellas sino que llega también a sostenerlas, las promueve el propio Dinero, las convierte en empresas bien integradas. Lejos de haber enemistad parece como si unas formas de entretener, de engañar, por los medios de las viejas religiones complementaran debidamente a la forma dominante de engañar que es la de vender Futuro, que es la del Dinero. Nada puede esperarse de esa proliferación. Todas son lo mismo.

P.- ¿Qué le atrae de lo que dicen los físicos «desmandados» que escriben en la red, usted que ha calificado a la ciencia como uno de esos dioses temibles?

R.- Llevo años muy dedicado a eso. He leído más de mil entradas en la red, gracias a mi amigo el matemático Luis Caramés, que me ha proporcionado esos materiales impresos. Se ve más en estas entradas ocasionales que en los libros: que queda algo también en los físicos que no les deja estarse tranquilos con conclusiones y con visiones acerca de qué es la Realidad de la que la física pretende ser la principal forma de tratar. Es propio de la ciencia en sí servir al Poder. Es propio de la ciencia por tanto engañar, porque sin fe y sin mentira el Poder no se sostiene. Esto se puede decir de la ciencia como en otros tiempos se podía decir o se puede seguir diciendo de la filosofía o de la teología. Lo que pasa es que la ciencia, igual que las otras instituciones del Poder, nunca está del todo bien hecha, bien cerrada, y se escapan cosas como esas que encontramos en esos que llamo físicos desmandados que ayudan a poner en vivo el problema por debajo de cualesquiera soluciones, y eso es lo mejor que se puede decir de la ciencia, lo mejor que se puede decir de cualquier forma de pensamiento.

Perderse en la balumba

P.- Si uno «googlea» Agustín García Calvo aparecen más de dos millones de documentos, no sé si todos relacionados con usted, pero sí muchos. ¿Cree que en la red radica alguna posibilidad de alterar el estado de las cosas?

R.- Tengo que tomarme con un cierto humor eso de lo que me llegan noticias. Desde luego la esperanza no se puede poner en la red, que se está convirtiendo en un maremágnum, y ahí lo mismo que la inflación de publicaciones, de los libros en general, lo poco bueno, despierto, revelador, está en principio condenado a perderse en la balumba. Eso es lo corriente. Pero no quiero despreciar nada. De vez en cuando me llegan noticias de gente que se ha enterado de algo, que puede que le haya herido de verdad -¡vaya usted a saber!-, a través de la red. Hay que tomarlo así, con cierto buen humor, que forma parte del tipo de sistema que nos toca, y a lo mejor lo que tiene de amenaza de caos pueda valer más que lo que tiene de servicio a la opresión.

P.- ¿Sigue siendo el teatro una de sus pasiones más permanentes, donde todavía quisiera encontrarse a gusto? 

R.- Sí, lo que sería teatro, que para mí consiste sobre todo en un juego con el tiempo que es un juego entre dos tiempos: el tiempo de lo que se está representando, el tiempo de la aventura, de los sucesos, de las pasiones, y el propio tiempo en que la obra de teatro, el drama, está viviendo, la hora y media aproximadamente que suele durar. En otros tipos de producciones no hay tal cosa, no la hay en una novela, en que el tiempo de la representación no cuenta. En el teatro debería contar si hubiera teatro: es muy interesante porque va en el camino de que el teatro cumpla esta función, que también le reconozco a eso que con un nombre tan prostituido se llama poesía en general, que es a descubrir las mentiras de la realidad, lo que hay de falso en nuestras vidas y en la mayoría de las cosas.

P.- ¿Es el AVE la confirmación de sus deseos o es un tren demasiado veloz para el pensamiento y la reconquista del tiempo?

R.- Que el ideal para el progreso del ferrocarril haya venido a ser la velocidad, es decir, el llegar cuanto antes, es muy triste. Porque ese dominio del fin, de la llegada, se traga lo que podía haber de vida corriente en el trayecto del viaje del ferrocarril. Eso es triste. A mí no me hace falta llegar tan pronto, estar en una hora en Valladolid, como han conseguido hacer. No miro con buenos ojos a quien le hace falta eso. Sospecho y lamento que el resto, las posibilidades de la ventanilla y las conversaciones dentro del tren queden cada vez más anuladas. Así el tren imita torpemente a los medios inferiores en ese esfuerzo: el autobús o el avión, por no hablar del coche, el querido del Régimen, el representante de la persona obediente a los ideales del propio Régimen.

P.- ¿Vive como desea?

R.- Vivir una vida con Futuro, condenada al Futuro, no puede ser deseable para mí ni para nadie que quede vivo. Por lo demás, en lo que me toca, estoy más bien agradecido de que la condena no sea tan perfecta que no me deje, de vez en cuando, ratos de descuido, asomos de lo que podría ser vivir, y con ello también dejarme sentir la mentira de los sustitutos.

P.- ¿Es usted el que es?

R.- Participo de la necesidad de cualquier persona, y cualquier cosa, de tener la ilusión de que uno es el que es; lo cual costituye mi Realidad y a la vez es imposible. La alegría está en que mi persona real y con mi Nombre Propio, como falsa que es, está siempre mal hecha: yo de veras no soy nadie, y por ahí puede acaso que, a pesar de mí, se me escape cantar o decir algo verdadero.

4 de diciembre de 2013

Manifiesto de la comuna sin nombres. Acerca de Educación


Lo que hay que enseñarles a los niños y niñas y a los menos hechos es sencillamente a desobedecer, a decir NO a cualquier mandato, a cualquier información o doctrina que les venga de arriba, de cualquier puesto del Poder.

Decir NO es lo solo que sabe y puede hacer lo que entre la gente quede de pueblo y de común por debajo de las personas, sometidas al Poder y que por tanto no pueden hacer de veras nada en contra de Él.

Lleno está el mundo de protestas, más o menos bienintencionadas, y denuncias contra ciertos abusos exagerados y horrores detonantes que a unos u otros les eche encima la Administración: partidos y sindicatos de oposición a tal o cual tipo de Estado o Capital, asociaciones en defensa de los más escandalosamente oprimidos y desvalidos, novelas o películas que quieren poner ante los ojos del gran público las penas y miserias de guerras, o pasadas o casi contemporáneas, de pestes y esclavitudes promovidas por la Fe o la Patria de los amos o el Negocio por todo lo Alto... 

creyéndose que todas esas denuncias van a hacer algo contra el Poder, algo que valga más que el daño que en tanto hacen al colaborar con Él como críticas dentro de Su Orden, constructivas, o al servir como espectáculo que horrorice un rato y reconforte a los que no se sienten tan oprimidos o machacados.

Y hasta vendrán días, como tantas veces ha sucedido, en que un Estado, empujado por enredos de su Economía, mande alistar jóvenes para una guerra contra Otro que se preste al caso, o que les exija sacrificar el tiempo de sus vidas a la Fe en el Futuro que el Poder y sus Medios les presentan, o que los mande a emigrar en masa a buscar los Centros que el Capital haya montado para Sus manejos y a vivir en los recovecos de sus basureros y a criar en ellos hijos para el Cielo, o que les ordene dedicar los años de su juventud y más allá a trepar por una escala de puestos, oposiciones, promociones a cargos cada vez más altos y más serviles, sin que se distraigan del tráfico parándose a pensar en lo que les está pasando, sino a completar su formación con las diversiones o juguetes que el Amo quiera venderles o regalarles.

Y entonces, cuando lleguen esos trances de guerras o ruinas o vacíos o desastres más declarados, vendrán, como otras veces, los que quieran llamar a los chicos y chicas a la rebelión, a tener el valor de desertar y de no tragarse lo que les mandan.

Pero entonces será demasiado tarde: ya desde niños los habrán educado en la obediencia, en casa, en la escuela, por la pantalla, en los estadios; ya estarán hechos a tragar sin sentir los sustitutos: los habrán convencido, más o menos a regañadientes, de que lo que se les manda que crean o que compren es bueno, que no tienen más futuro que el Futuro que los mayores y los Medios les ofrecen y para el que los preparan.
Y, así educados, el intento de algunos de rebelarse y desertar, en medio de la avalancha de las mayorías obedientes, claro está que ha de volverse tan penoso y costoso que ya tampoco valga la pena luchar por sostenerlo.

La (contra)educación tiene que haber empezado mucho antes: haberse criado la costumbre de decir NO, sin distinción alguna entre tipos de Amo, de Educador, de Nación, de Cultura, de Banca ni de Marcas de Productos; en la casa, en la escuela, en los bares, en los Centros de Formación que les toquen a los niños, que sepan aprovecharse (claro) con buen oído y apetito de cualquier cosa que por ahí, por descuido, les pueda caer de bueno, deleitoso de veras, descubridor, desengañador, pero sin creerse nada, y, a cualquier recomendación de aplicar eso para ser como han de ser y para el futuro que de mayores les espera, reírse por lo bajo y desentenderse de ella tranquilamente. 

Esa (des)educación es lo que puede valer algo contra la Administración de muerte que el Poder les impone a las gentes y a las cosas. Así que lo que hay que hacer, y siempre se puede gracias a lo que a los mayores les quede de limpio y desengañado, es enseñarles a los niños y niñas y a los menos formados a desobedecer sencillamente, sin distraerse con las fachas de tal o cual padre o profesor o presidente o Régimen que les toque, a decir NO a cualquier mandato, a cualquier información o doctrina que les venga de arriba, de cualquier puesto del Poder.

                                   8-9 de Abril de 2008

3 de diciembre de 2013

Siempre libre


Agustín García Calvo imparte una de sus clases en la Escuela de Sabiduría Popular en el Cuartel Viriato. 
Foto L. O. Z.

SUSANA AZARIAGA
Viernes 02 de noviembre de 2012

Siempre contra el poder establecido, del Estado capitalista, a favor del pensamiento libre, junto a las causas en las que el pueblo llevaba la voz cantante. Agustín García Calvo encontró una oportunidad única para desarrollar su proyecto de una educación sin ataduras, tras producirse la toma popular del Cuartel Viriato para exigir su reconversión como sede universitaria, el 30 de mayo de 1990.
El profesor, filósofo, dramaturgo, poeta, traductor..., el intelectual ácrata se implicó hasta el tuétano en el proyecto de los ciudadanos, de aquel «colectivo ciudadano» que abanderó la utopía. Y a mediados de junio de 1990, tras exponer la propuesta en una asamblea, impulsó la «Universidad Libre de Zamora-Escuela Superior de Sabiduría Popular», con la pretensión de crear un lugar de encuentro para la cultura, de intercambio de ideas y de debate, lo que más gustaba al pensador zamorano. García Calvo soñó con transformar el acuartelamiento militar en casa común de la cultura, donde ilustrar a los zamoranos al margen de los cauces ordinarios, de la enseñanza reglada. Un sueño que el profesor logró mantener con vida durante tres años.

En el aula improvisada del recinto militar, la misma que servía para desarrollar las asambleas ciudadanas, García Calvo impartía «cada semana una clase, gratuita», remarca Francisco Molina, militante de IU que formaba parte de los «insurrectos» ocupantes del Viriato. Fue una experiencia inolvidable compartida con otros ilustres zamoranos, maestros en lo suyo, como el intelectual fallecido en la madrugada de ayer. Entre esos nombres, los artistas Luis Quico, José Luis Coomonte o el profesor y escritor Lorenzo Pedrero y el historiador Miguel Ángel Mateos, entre otros que el recuerdo no logra traer a la luz.

Del otro lado de la tarima, quienes le escucharon, disfrutaron de su privilegiado talento y basto y completo conocimiento. Rememoran las clases con auténtica pasión y admiración. Nada le era incuestionable y de todo daba una lección magistral. Su técnica para enseñar era «provocar» a su auditorio, que entre las paredes desgastadas de aquella habitación, le escuchaba con auténtica veneración. Gustaba de iniciar su discurso a partir de las sugerencias del público, «instaba a que se introdujera un tema de debate», explica Molina que se convertiría en estudioso del insigne zamorano a partir de aquellos encuentros. Tras el hilo de las cuestiones planteadas, García Calvo iba dando cuerpo a su clase, desgranando sus anarquistas teorías filosóficas, un apelativo que no le gustaría nada leer porque «siempre se mostró en contra de la Filosofía» y de los intelectuales, «cómplices del régimen» que anula al hombre a su entender, apostilla Molina, quien le acota como «un pensador», un pensador libre, como rezaba su poema «Libre te quiero», musicado por el cantaautor Amancio Prada. García Calvo no dejaba indiferente a nadie, con sus intervenciones suscitaba debates acalorados e intensos, «era un polemista», siempre rompiendo el pensamiento clásico. «Su idea contra la realidad, «primera mentira que hay, todo puede ser de otra manera»», sostenía, impregnaba todos sus discursos, su forma de interpretar el mundo y al ser humano. Sobre ello disertó durante su docencia en la Escuela de Sabiduría Popular, como «del poder, del Estado y capital, de su dominio a través de la cultura» para quien era un anarquista libertario. Sobre «la aspiración a la felicidad y la imposibilidad de conseguirlo por la falta de libertad» también reflexionó.

De su escepticismo da fe la firma de los últimos libros, con su nombre entre interrogaciones porque «defiende que no somos lo que creemos que somos». Por eso, «no se definía, eso supone eliminar al ser humano». El filósofo, profesor, traductor, ensayista, poeta, novelista..., mantenía en sus últimas obras que «somos muertos vivientes». Descanse libre.