10 de enero de 2017

En los dominios de Lucina



Lucina era, en la mitología romana, la diosa encargada de presidir el alumbramiento de los niños, así como de ofrecer asistencia a las mujeres durante los partos. El propio nombre desvela con tanta nitidez sus pormenores etimológicos que casi resulta ocioso advertir que a la deidad se la llamó así por ser «la que trae los niños a la luz». Normalmente se la representaba con un niño recién nacido en el regazo y una flor en la mano derecha, aunque en múltiples ocasiones la iconografía también la muestra portando una copa y una lanza. Se le rendía culto con guirnaldas y coronas florales, y existe un asteroide, el 146, que lleva su nombre.

No es el único recuerdo explícito de la vieja diosa. En la zamorana Rúa de los Notarios, un caserón de porte nobiliario exhibe su nombre en una pequeña placa junto al portalón de entrada, bajo el dibujo de una mariquita. Es un lugar que pasa inadvertido y en el que, de hecho, no suelen reparar los forasteros. Nada en el exterior indica que esa casa la adquirió Agustín García Calvo a finales de la década de 1980, que en ella reside su familia y que allí se encuentra la Editorial Lucina, que con heroicidad y coherencia camina hacia sus cuatro décadas de vida sin dejar de mantenerse fiel al propósito que la inspiró: servir de cauce a la ingente obra que dejó tras de sí su promotor y mantener la vigencia de un legado que, de tan apabullante, resulta casi inabarcable... Seguir leyendo