22 de marzo de 2015

El último ácrata

Ácrata: qué bonita palabra. “Ni dios, ni amo, ni estado”, vi pintar en un muro cerca de la fábrica Roca, con soñadora caligrafía, a un barbudo con apretados pantalones de campana, atuendo que se demostró poco idóneo cuando a continuación tuvo que salir pitando delante de los grises, le hostiaron hasta en el cielo de la boca. Hoy ya no se lleva la acracia: todos somos demasiado serios, demasiado solidarios, estamos demasiado indignados. Pero hubo unos años, en aquella transición hoy tan maltratada, en los que los anhelos revolucionarios no eran incompatibles con el sentido del humor, con la ironía, con la arraigada convicción de que la risa es más disolvente que los cócteles molotov. Cualquier adolescente que se asomara a la vida por entonces (uno que fuera, yo qué sé, feúcho y entusiasta, y que soñara con escribir poemas y al mismo tiempo militar en un conjunto de punk-rock, por ejemplo, y que viviera en una ciudad no lejos de Madrid famosa por sus almendras garapiñadas y sus muchos conventos) no podía por menos que ojear fascinado “El Víbora”, o escuchar en la radio al Mariscal Romero, o leer vorazmente la miríada de revistas y fanzines (lo que entonces se llamaba la prensa underground o contracultural) que te demostraban que el mundo era algo mucho más enriquecedor que estudiar una carrera y encontrar un empleo...

  

...Pero estábamos hablando de Moncho Alpuente. Sí, ya sé que he titulado este artículo / réquiem / homenaje / cosa como “El último ácrata”. ¿De verdad lo es? Murieron Agustín García Calvo, el Maestro Reverendo e Iván Zulueta, Sisa y Pau Riba están desaparecidos en combate, no sé nada de Nazario ni del Mariscal Romero ni de Chicho Sánchez Ferlosio, Sabina está abotargado por su propio éxito, Gonzalo García Pelayo hace mucho que ha abandonado su vertiente contracultural para dedicarse al muy lucrativo hobby de reventar casinos, Lluis Llach se ha convertido en requeté catalanista… Únicamente Krahe sigue dale que te pego, fiel a su ideario antidogmático y sandunguero. Uf, pues va a ser que sí: la cantera ácrata ya hace tiempo que no produce frutos apreciables... Leer el artículo en Amapolas y Gasolineras
Por Juan Carlos Muñoz