- Entrevista con Agustín García Calvo Filósofo
- 'No' es la palabra bendita, la voz de la razón del pueblo
Miguel Bayón Pereda 26 de Agosto de 1990 - El País
Agustín García Calvo no lleva camino de casarse con el estado de cosas, precisamente porque siempre ha amado las cosas y la vida y odiado el Estado. Ve las ciudades arrasadas por su totémico enemigo, el Auto, y no confía en que el conflicto del Golfo lleve a recapacitar sobre la necesidad del Estado y el Capital de fabricar esos artefactos en los que "el hombre ha pasado a formar parte de la maquinaria". Acostumbrado a mirar el revés de palabras y apariencias, persiste con contumacia incomparable en mantenerse despierto y ojo avizor.
Peripatético como es, charlar en Zamora con Agustín García Calvo implica el cuarto donde trabaja, en un ático de la capital, humanizado por una vetusta máquina de escribir, y libros, y cajas de zapatos, y un par de remos. Implica un caserón que, con el dinero del Premio Nacional de Ensayo (Hablando de lo que habla) y la venta de una propiedad familiar y la esperanza de una ayuda de la Junta de Castilla y León, está Agustín restaurando, cerca de la catedral y frente a la antigua compañía eléctrica El Porvenir de Zamora. Implica una barca en el Duero para llegarse a la confluencia con el Valderaduey, y la casa con paredes de adobe de paja (más de siglo y medio) de los abuelos en La Granja de Moreruela, y las ruinas del convento cisterciense a un tiro de piedra de ese pueblo donde Agustín pasó el verano sin límites de la infancia.Pregunta. Aunque mantiene una intervención en prensa como articulista, usted se retrae bastante a la hora de conceder entrevistas y tampoco figura en los sitios donde parece ser que hay que personarse.
Respuesta.. No se puede decir que viva oculto. De vez en cuando doy noticias en EL PAÍS, he estado más de dos años teniendo una emisión de conversación con oyentes en la radio, y tampoco es ésta la primera entrevista por la que entro... Seguir leyendo la entrevista