Poema manuscrito enviado por I. Escudero
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CCX
Al despertar, me rebullían las sienes
y algo me dijo restregar las legañas
«y hacia el Lucero por la senda enseguida
échate a andar». Hacia el Lucero he corrido
monte y llanura. A mediodía, sudoso,
entré en el pueblo; pero no preguntaba
dónde el mesón, sino que dónde la escuela;
ah, pero el tísico maestro casposo
nada sabía. Y otra vez al camino
hacia el Lucero. He peleado diez años;
traigo rajada la rodela de bronce,
roma la lanza. Y al caer de la noche,
sólo dos versos he leído en la arena:
«Es bueno todo lo que hagas con gracia:
no todo falso lo que digas mintiendo».
y algo me dijo restregar las legañas
«y hacia el Lucero por la senda enseguida
échate a andar». Hacia el Lucero he corrido
monte y llanura. A mediodía, sudoso,
entré en el pueblo; pero no preguntaba
dónde el mesón, sino que dónde la escuela;
ah, pero el tísico maestro casposo
nada sabía. Y otra vez al camino
hacia el Lucero. He peleado diez años;
traigo rajada la rodela de bronce,
roma la lanza. Y al caer de la noche,
sólo dos versos he leído en la arena:
«Es bueno todo lo que hagas con gracia:
no todo falso lo que digas mintiendo».
En ''Más canciones y soliloquios'. p. 133