29 de agosto de 2016

El pensamiento que resquebrajó el Franquismo

Ante la pérdida de influencia de la Filosofía en los planes de estudio, varios académicos reconstruyen cómo desde sus facultades se contribuyó en los sesenta a la lucha por la democracia.

Madrid 29 AGO 2016 

 
Aranguren, en la Facultad de Filosofía y Letras el 18 de octubre de 1976, el día que se reincorporó a su cátedra tras 11 años de suspensión. EFE

La facultad estaba tomada por la policía tras las últimas protestas. Unos 3.000 estudiantes acudieron a una asamblea en Filosofía y Letras. Exigían la disolución del sindicato franquista SEU (Sindicato Español Universitario). Los agentes golpearon a los estudiantes. Hubo detenciones. Las revueltas de aquel 24 de febrero de 1965 culminaron con la depuración de los catedráticos que apoyaban a los alumnos, como José Luis López Aranguren, Enrique Tierno Galván o Agustín García Calvo.

Medio siglo después, la Filosofía pierde peso en los institutos con la reforma educativa y hay un extenso debate sobre cómo la reestructuración de sus estudios pueden suponer también una amenaza para su futuro. Respecto a su pasado, la presencia de intelectuales que trajeron a España nuevas corrientes filosóficas desde las universidades en la década de los sesenta e influyeron en las generaciones posteriores les otorgó un papel significativo para abrir camino a la democracia.

“Las facultades de Filosofía fueron fundamentales en la lucha contra el Franquismo”, explica Cristina Hermida del Llano, profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y autora de dos libros y artículos sobre la obra de Aranguren. También destacaban otras Facultades como Derecho, pero la Antropología, la Lógica, la Historia del Pensamiento Político o las Cátedras de Ética y Sociología, se impartían en Filosofía, recuerda Hermida del Llano.

“Ejercer como intelectual implicaba para Aranguren no dejar de lado la triple crítica, moral y utópica. Porque, en primer lugar, el intelectual es un crítico y si abandona la crítica se convierte en un conformista parasitario. En segundo lugar, porque ha de ser conciencia moral de la sociedad. Y, en tercero, porque la tarea utópico-moral del intelectual es inseparable de la crítico-moral”, reflexiona la autora. Desde las cátedras de estos intelectuales comprometidos “se iba gestando dentro del ámbito universitario una red social de oposición a la dictadura que vendría a ser una pieza clave para la transición democrática”, escribe Hermida del Llano en su artículo La Lucha intelectual contra el Franquismo: Aranguren y Tierno Galván... Seguir leyendo