Entrevista a Agustín García Calvo. En Cuaderno de Materiales, Nº 4, Mayo de 1998. p. 9
Número dedicado a "Relativismo cultural y gnoseológico"
[En lo referente al enunciado mismo de pluralismo cultural, o simplemente del término “culturas” empleado en plural: esto es ya un engaño de raíz. El pluralismo cultural es una mentira, es una realidad; pero estas dos formulaciones que empleo no os deben chocar, porque la realidad es esencialmente mentira, esencialmente falsa. De manera que puedo decir muy bien que la verdad es que no hay más que una cultura, que por tanto, el pluralismo cultural es una mentira. Es una mentira real porque, efectivamente, si alguien me habla de la cultura bantú o de la cultura papú, yo sé que eso tiene su sitio en esta realidad. Es decir, sea en los museos, sea en los libros acerca de culturas africanas o polinesias, en el recuerdo de los exploradores del siglo pasado, en viajes incluso organizados para el conocimiento de esas culturas corno parte del Ministerio de Turismo… de manera que están en la realidad. Pero claro, ya se ve que esto es mentira. Puede haber unas cuantas culturas, pero de verdad no hay más que una: no hay más qué una que es ésta. Hay muchas maneras de comprobar la exactitud de esto, por ejemplo: la realidad está fundada esencialmente en el tiempo, en el manejo de un tiempo computado. Bueno, pues ya sabéis que la manera de contar este tiempo se ajusta en todo el globo al computo de los años y siglos a partir del nacimiento de Cristo, y esto desde Tokio pasando por los papúes y los bantúes hasta llegar acá de vuelta. El final del año y el comienzo de otro se celebra en todos los sitios del globo de la misma manera, es decir, según lo que está mandado desde aquí. La institución de la semana (esta institución fundada lejanamente en la creación del mundo por Jehová en el seno de este mundo) es igualmente común, incontestable en cualquier parte donde se presente De manera que si hicieran falta pruebas más tremendas y catastróficas, apenas se podrían encontrar.
Efectivamente había restos de los que tenemos noticia de otras maneras de contar el tiempo, otros calendarios, otras maneras de empezar y terminar los años, otras maneras de contar los siglos muchas de las cuales siguen subsistiendo por ahí vergonzantemente. Vergonzantemente, es decir, disimulando la sumisión a la verdad de esta invasión del tiempo de la cultura única por todas partes. Esto es, por tanto, lo primero que hay que ver con claridad, yo creo, para evitarse muchos discursos respecto a las diversas culturas y a la relación con la que unas veces se llama occidental, otras europea… da lo mismo: la única. Esta es la situación en la que estamos. Todas las otras culturas forman parte de esta y forman parte de esta a través de la descripción científica, a través de la organización de museos a través de la recogida del folklore, y forman parte de esta precisamente para disimular esta invasión global y esta unicidad. Porque la realidad es así: nunca puede presentar descaradamente su cara verdadera (en este caso la de la invasión global), tiene que presentarla disimulada con cosas más o menos multicolores y diversas. Pero, por supuesto, a mi si me hablan de cultura popular me lanzo enseguida a ver en cuál de los Ministerios del Estado del Bienestar se encuentra catalogada y situada la cultura popular. Si me hablan de cultura bantú o cultura papú hago lo mismo busco a ver en qué página del anuario y del índice de los tratados científicos se encuentran la cultura papú o la cultura bantú]