Escrito 26 octubre, 2014
Agustín García Calvo escribió un libro,
a trozos, en artículos de periódico, sobre la sociedad del bienestar,
esa entelequia de fin de siglo que políticos, tecnócratas y adláteres a
sueldo se han encargado de publicitar para justificar una política que
llaman liberal sin serlo. La temática de este artículo no es, sin
embargo, política. Su intención es crítica: pretende describir la forma,
el estilo, el alma del libro, casi un opúsculo, del que fuera
catedrático de Clásicas en la Hispalense. Uno se quedó sin conocer su
magisterio por edad y porque en su etapa académica no existía ya la
Facultad de Letras, rebautizada con el nombre de Filología. No importa
demasiado: la forma nos conducirá al contenido.
La reflexión de García Calvo sobre el Sistema –escrito así, en
mayúsculas, con la rotundidad de los conceptos aplastantes– no puede
desvincularse de sus implicaciones sociales. Se trata de un texto
extremadamente simple, casi artesanal. Sin el lastre de las ediciones
lujosas. Funcional y sencillo. Una absoluta declaración inicial de
principios: García Calvo pretende hablar claro. Escribe a la maneja
sajona: combinando su capacidad analítica y con un enfoque doméstico.
Sin alardes. Hubo un tiempo en el que algunos creían que cualquier
juicio que partiera del viejo profesor, por lúcido que fuera, quedaba
automáticamente invalidado por sus célebres cuitas con la Hacienda
Pública. Todo lo contrario: una teoría no se sostiene porque el hombre
que la defienda sea coherente en su vida, sino por estar sólidamente
argumentada. Nada tienen que ver con la validez de un análisis los
pecados del analista. Son sus razones las que nos convencen o no.
Conviene pues diferenciar la personalidad de los hombres de sus ideas y
los apellidos de las razones. García Calvo podía no ser ejemplar en su
vida y sus tesis seguirían de pie.
“Voy a centrar mis ataques en el dinero, que se ha declarado, al fin,
como la verdadera forma de poder”, declara. El libro reúne 25 andanadas
contra el Sistema vigente, cuya transformación olvidaron los apóstoles
del izquierdismo nada más tocar bola. La primera conclusión del ensayo
es luminosa: tomamos conciencia de nuestro bienestar cada vez que la
televisión nos muestra las hambrunas del mundo exterior, que ahora
llegan al nuestro. Fuera de nuestro colchón todo parece caos. Esta es,
según García Calvo, la primera mentira. Tras ella llegan las demás:
medias verdades que, publicitadas y convertidas en auténticas mediante
la reiteración, sustentan la creencia de que no existen
alternativas.“Todo el management del Bienestar consiste en
último término en la técnica del Sustituto (…) Lo que importa para el
régimen de Bienestar es que la mayoría, y la mayoría de las veces, viva
de sustitutos, tome los pisos por casas, llame a los plásticos telas,
aspire a no pagarse un chófer ni un vagón de tren, sino a hacer él mismo
ambas funciones”... Seguir leyendo la reseña
[Variaciones sobre un texto publicado en El Correo de Andalucía]
[3 de mayo de 1994]