December 5, 2012 by latiendadelkirguise
Hace casi 40 años que llegué a la La Boule d’Or . Sabíamos entonces que, justo enfrente de la peculiar fuente de Saint Michel que achaflana una triangular manzana, en esa misma plaza donde confluyen el boulevard del mismo nombre y la rue Danton, estaba el café la La Boule d’Or y que allí encontraríamos a Agustín García Calvo, y donde, como “portavoz de todos los presocráticos”, ejercía, desde su exilio parisino, su libérrimo magisterio.
Sabíamos de Agustín Garcia Calvo por su aura libertaria, era ya un mito en una época que mitificábamos todo, y sobre todo como precursor referente del “sesentayochismo” pues el no dejaba de ser para nosotros una especie de “soixante-huitard avant la lettre” ya que, tres años antes, en 1965 había participado en las primeras revueltas estudiantiles “apeándose” de su cátedra de latín en la Complutense para encabezar la protesta contra el régimen.
Con un Barrio Latino tomado (¿todavía?…….) por los “especiales” C.R.S. llegamos aquella tarde primaveral yo y un colega de entonces , macuto a la espalda , y le “pedimos posada”. Agustín enseguida alzó la voz a la concurrencia: “ A ver, quién acoge a estos peregrinos?” – ciertamente, peregrinos, sí. A Amsterdam, a Londres, incluso a Las Indias algunos…. ( ser en lo nómada entonces, aparte de una búsqueda, era una estética). Al poco una de las chicas entre el “heterogéneo alumnado” levantó la mano. Resuelto el alojamiento en una chambre de bonne, muy cerca, en el mismo boulevard.
Lo primero que resaltaba de Agustín era su – entonces realmente singular – imagen: abundante pelo rizado , entrecano, semirecogido en coleta , pobladas patillas hasta medio bigote ( al estilo del padre de Zipi y Zape ) , llamativas camisas como capas de cebolla superpuestas , sucesivos y coloristas foulards , chaqueta de terciopelo adamascado, bolso de cuero en bandolera, dieciochescos zapatos con tacón y hebilla plateada….. Y luego su voz plena , potente , rítmicamente declamativa….. Y su discurso : políglota , sorprendentemente nuevo en su antigüedad de “filo-logo” : esto era lo que mas me llamaba la atención. Un sofista dado la vuelta, un desargumentador, un deconstructor de ideas, un demoledor de preceptos llegando a la base de su genealogía, al mismísimo origen del concepto. Basado en su original manera de entender a los filósofos presocráticos nos hablaba de Heraclíto ( no Heráclito acentuado así a la manera de la prosodia latina) desentrañando sus doxas, su razón, que era la común, la que hablaba al hablar, la que hablándose se decía ; haciéndonos así discernir el auténtico logos ; y con el desmontar el trampantojo de la realidad impuesta . Discípulos todos y ninguno ( como le hubiera gustado decir) , de las mas variopintas nacionalidades o procedencias idiomáticas, saltaba de una lengua a otra –viva o muerta (por el siempre viva)- en su “prédica” con pasmosa naturalidad.
Agustín hablaba y hablaba y lo mejor era escucharle, era un orador de manantial; sermones, como el suyo “del ser y no ser” : su saber, su erudición quedaba como escamoteada de natural, permanente comentario de comentarios entreverados de poemas propios y ajenos como aquel recitado entonces con “ Me traía la autoridad de acá para allá” como estribillo. Todo en la mesa del café o del bistrot, delante de una copa, o muchas, convivial. Agustín, de los pocos entonces con ingresos estables dada su labor profesoral en el Collège , asumía la mayoría de los gastos y anotaba en un cuadernillo préstamos sin interés ( y, a buen seguro, en su mayoría a fondo perdido…… ) Salíamos después animados y a animar la noche del barrio, cantando viejos romances castellanos como el de Blanca Flor, recorriendo las musicales cavas como el Chez Georges donde debutó Amancio Prada, quién cantaría sus poemas. Y la noche se hacía hasta acabarse y confundirse no sabiendo nunca cuando, donde, en casa de quién. París era en nosotros esa psicodélica tribu en ansia de libertad.
Seguí siendo “garciacalvista” –y sigo-. Le ví y le escuché alguna vez más en su tertulia del “Manuela Malasaña”, o acompañándole en una visita a Santander tras haber sido invitado a participar en La Escuela de Verano. Seguí sus intervenciones radiofónicas y llegué a ver representada su obra “Baraja del Rey Don Pedro” con el Teatro de la Abadía. Aunque sin su voz , nos quedan en Lucina sus reputadas obras de filólogo , de filósofo , de gramático , de imprescindible traductor ( el que quiera sentirse como Homero en su tiempo ha de leerle en su fidedigna versión de la Iliada, lo mismo que a Lucrecio, o el Shakespeare de los sonetos y muchas mas…), de dramaturgo, de escritor de cuentos y vitales relatos donde riza el rizo del castellano popular, de poeta. Y el recuerdo de sus versos en el modo de encabalgarlos…. Su afectuoso e irreductible corazón libertario.
En una época que olvida por decreto las humanidades, quedaremos aún los que echaremos en falta su magisterio. Pese a la identidad que cuestionaba poniendo su nombre de autor entre signos interrogantes: ¿Agustín García Calvo?: ¡Qué suerte haberte conocido!
Mariano Gómez de Vallejo (*)
Mortera, Noviembre 2012
(*) (Mariano Gómez de Vallejo es un pintor que escribe)