10 de diciembre de 2013

Recordando esta entrevista: «No al Futuro»

  García Calvo, hijo del 68 
Texto: ALFONSO ARMADA




Agustín García Calvo, gramático, poeta, dramaturgo, pensador, en guerra contra la familia, la religión, los medios de formación de masas, la historia... la realidad

Llega sin apresurarse, cordial, con sus rasgos legendarios, como su cabellera, patillas y bigote blancos, como un personaje de sí mismo que no quiere serlo, no en vano su guerra contra lo que es no se detiene en su ser: No se niega a hablar de Mayo del 68, al contrario, pero para centrar la cuestión esgrime un folio recién escrito a máquina. Habla quedo, sin titubear, desarrollando los argumentos con limpieza socrática, mirando a los ojos, pero tratando de que esa mirada no sea impositiva ni persuasiva, una invitación a seguir hablando. Parece un viejo león que nunca fue fiero, aunque acaso lo sea cuando sea menester, pero dan ganas de subirse a un lento tren con él. Escribe: «A) Se conmemora, se analiza, se interpreta aquello, en libros serios o novelas o películas y en los Medios de Formación, y más aún cuando pueden contar que han pasado 40 años: todo ello viene a consistir en reducir a Historia lo que pasara. Ahora bien, aquello era (y es) un levantamiento de gente, no del todo sumisa todavía, contra el Futuro que se les venía encima, el Futuro que el Régimen más avanzado del mundo les imponía como necesario. Y ello es que el Poder, para lograr la sumisión a Su Futuro, completa el proceso convirtiendo el recuerdo, donde siempre hay algo vivo y peligroso, en Historia, fechas y datos ya sabidos y que así no pueden hacer daño. Yo sigo viviendo ahora de aquel levantamiento en que me dejé enredar contra aquel Futuro, y de ello sigo viviendo y haciendo lo que se pueda contra esa reducción a Historia y contra este Futuro, que es el mismo».

Nacido en 1926 en Zamora, se doctoró en Filología clásica en la universidad de Salamanca con la tesis «Prosodia y métrica antiguas». En 1965 fue defenestrado como profesor de la Universidad Complutense de Madrid junto a Tierno, Aranguren y Montero Díaz por respaldar las protestas estudiantiles. Exiliado en Francia, fue profesor en la universidad de Lille y en Collège de France. En 1976 le fue restituida su cátedra, que desempeñó hasta la jubilación, en 1992. «Conduce y desmanda» todos los miércoles una tertulia contra La Realidad en el Ateneo de Madrid.

Escribe: «B) Mayo del '68 en París no es más que el final, esplendoroso, de aquello, tras lo cual no vendría más que la triste sangrienta consabida vuelta al Orden, la fusilada ciega de estudiantes en la plaza de Méjico, el desesperado truco del recrudecimiento de la guerra de Viet-Nam, la entrada en Praga de los tanques de la otra forma del Régimen, ya en desintegración ante el Dominante. Pero aquello venía de años atrás, de los varios Centros, populosos y estudiantiles, del Desarrollo: era un NO que se alzaba en el momento en que el Régimen, el de la descarada sumisión del Poder y Estado al movimiento del Capital, se imponía, en Tokio, en California, hasta en Madrid, en las grandes asambleas de estudiantes de fines de febrero y comienzos de marzo de 1965, y sólo más tarde en los combates de sitios de Alemania y Francia. Conviene precisar esto, porque el gusto por conmemorar los finales, Mayo del 68, es también revelador de cómo ahora, los posteriores y conformes, quieren olvidarse de lo que aquel NO decía y sigue diciendo».
García Calvo no se conforma. Premio Nacional de Ensayo por «Hablando de lo que habla», Premio Nacional de Literatura Dramática por «La Baraja del rey don Pedro» y Premio Nacional al conjunto de la obra de un traductor (son legendarias sus versiones de Aristófanes, Heráclito, Homero, Sócrates, Virgilio…), muchos de sus títulos son declaración de intenciones: «Contra la Realidad, estudios de lenguas y cosas», «Noticias de abajo», «Contra la Paz. Contra la Democracia», «Contra el Tiempo», «Contra la pareja»... Escribe: «C) Si te preguntan de dónde venía (y sigue viniendo) la fuerza o gracia para decirle NO al Futuro, al Dinero y al Estado a su servicio, podrías responder que viene de lo que entre la gente, y por ejemplo la grey estudiantil maleducada, queda vivo de sentimiento y razón común; pero harás bien en recordar que las armas para la rebelión las proporciona siempre, en cada ocasión, el Enemigo: son los inevitables fallos del Poder, lo exagerado de sus presiones, lo estrepitoso de sus mentiras, lo que sirve para mover levantamientos de gente como el de los años 60 o cualesquiera otros que surjan por el mundo. Pero no olvides que eso son sólo las ocasiones: el Poder es siempre el mismo, y siempre la administración de muerte su labor».

El papel de los Medios

Pregunta- Los Medios de Formación de Masas, como usted llama a los medios de comunicación, ¿son pilares de la sociedad del espectáculo, cancerberos de la historia, encargados de convencernos de que la lucha está condenada al fracaso?

Respuesta- Son más que una parte del Poder: son la voz misma del Señor. Como el Poder está fundado en la falsedad, la Fe es su necesidad fundamental: hacer creer a la gente en la Realidad, en que la Realidad es todo lo que hay. Es un cierto respiro, en medio del estruendo, eso de que tengan que seguir predicando esa Fe cada día y por todos los Medios: porque, si fuera verdad, ¿por qué tendrían que seguir predicando lo que es la Realidad y haciendo que se lo crea la gente o al menos las Mayorías?

P.- En «El porvenir de una ilusión» vaticinaba Freud el final de la religión, sin embargo parece que vivimos un renacimiento de las religiones. ¿Es una sustitución del Dinero?

R.- No es una sustitución. Dinero es la cara, el nombre dominante de Dios en el momento actual de la sociedad. Lo que sucede es que esta forma dominante de la religión, que es el dinero, esta forma dominante de la cara de Dios que es el Dinero, se conlleva muy bien con los restos de las religiones del antiguo régimen, y no sólo se conlleva bien con ellas sino que llega también a sostenerlas, las promueve el propio Dinero, las convierte en empresas bien integradas. Lejos de haber enemistad parece como si unas formas de entretener, de engañar, por los medios de las viejas religiones complementaran debidamente a la forma dominante de engañar que es la de vender Futuro, que es la del Dinero. Nada puede esperarse de esa proliferación. Todas son lo mismo.

P.- ¿Qué le atrae de lo que dicen los físicos «desmandados» que escriben en la red, usted que ha calificado a la ciencia como uno de esos dioses temibles?

R.- Llevo años muy dedicado a eso. He leído más de mil entradas en la red, gracias a mi amigo el matemático Luis Caramés, que me ha proporcionado esos materiales impresos. Se ve más en estas entradas ocasionales que en los libros: que queda algo también en los físicos que no les deja estarse tranquilos con conclusiones y con visiones acerca de qué es la Realidad de la que la física pretende ser la principal forma de tratar. Es propio de la ciencia en sí servir al Poder. Es propio de la ciencia por tanto engañar, porque sin fe y sin mentira el Poder no se sostiene. Esto se puede decir de la ciencia como en otros tiempos se podía decir o se puede seguir diciendo de la filosofía o de la teología. Lo que pasa es que la ciencia, igual que las otras instituciones del Poder, nunca está del todo bien hecha, bien cerrada, y se escapan cosas como esas que encontramos en esos que llamo físicos desmandados que ayudan a poner en vivo el problema por debajo de cualesquiera soluciones, y eso es lo mejor que se puede decir de la ciencia, lo mejor que se puede decir de cualquier forma de pensamiento.

Perderse en la balumba

P.- Si uno «googlea» Agustín García Calvo aparecen más de dos millones de documentos, no sé si todos relacionados con usted, pero sí muchos. ¿Cree que en la red radica alguna posibilidad de alterar el estado de las cosas?

R.- Tengo que tomarme con un cierto humor eso de lo que me llegan noticias. Desde luego la esperanza no se puede poner en la red, que se está convirtiendo en un maremágnum, y ahí lo mismo que la inflación de publicaciones, de los libros en general, lo poco bueno, despierto, revelador, está en principio condenado a perderse en la balumba. Eso es lo corriente. Pero no quiero despreciar nada. De vez en cuando me llegan noticias de gente que se ha enterado de algo, que puede que le haya herido de verdad -¡vaya usted a saber!-, a través de la red. Hay que tomarlo así, con cierto buen humor, que forma parte del tipo de sistema que nos toca, y a lo mejor lo que tiene de amenaza de caos pueda valer más que lo que tiene de servicio a la opresión.

P.- ¿Sigue siendo el teatro una de sus pasiones más permanentes, donde todavía quisiera encontrarse a gusto? 

R.- Sí, lo que sería teatro, que para mí consiste sobre todo en un juego con el tiempo que es un juego entre dos tiempos: el tiempo de lo que se está representando, el tiempo de la aventura, de los sucesos, de las pasiones, y el propio tiempo en que la obra de teatro, el drama, está viviendo, la hora y media aproximadamente que suele durar. En otros tipos de producciones no hay tal cosa, no la hay en una novela, en que el tiempo de la representación no cuenta. En el teatro debería contar si hubiera teatro: es muy interesante porque va en el camino de que el teatro cumpla esta función, que también le reconozco a eso que con un nombre tan prostituido se llama poesía en general, que es a descubrir las mentiras de la realidad, lo que hay de falso en nuestras vidas y en la mayoría de las cosas.

P.- ¿Es el AVE la confirmación de sus deseos o es un tren demasiado veloz para el pensamiento y la reconquista del tiempo?

R.- Que el ideal para el progreso del ferrocarril haya venido a ser la velocidad, es decir, el llegar cuanto antes, es muy triste. Porque ese dominio del fin, de la llegada, se traga lo que podía haber de vida corriente en el trayecto del viaje del ferrocarril. Eso es triste. A mí no me hace falta llegar tan pronto, estar en una hora en Valladolid, como han conseguido hacer. No miro con buenos ojos a quien le hace falta eso. Sospecho y lamento que el resto, las posibilidades de la ventanilla y las conversaciones dentro del tren queden cada vez más anuladas. Así el tren imita torpemente a los medios inferiores en ese esfuerzo: el autobús o el avión, por no hablar del coche, el querido del Régimen, el representante de la persona obediente a los ideales del propio Régimen.

P.- ¿Vive como desea?

R.- Vivir una vida con Futuro, condenada al Futuro, no puede ser deseable para mí ni para nadie que quede vivo. Por lo demás, en lo que me toca, estoy más bien agradecido de que la condena no sea tan perfecta que no me deje, de vez en cuando, ratos de descuido, asomos de lo que podría ser vivir, y con ello también dejarme sentir la mentira de los sustitutos.

P.- ¿Es usted el que es?

R.- Participo de la necesidad de cualquier persona, y cualquier cosa, de tener la ilusión de que uno es el que es; lo cual costituye mi Realidad y a la vez es imposible. La alegría está en que mi persona real y con mi Nombre Propio, como falsa que es, está siempre mal hecha: yo de veras no soy nadie, y por ahí puede acaso que, a pesar de mí, se me escape cantar o decir algo verdadero.