Miércoles, 18 Diciembre 2013 09:38
Julio Sánchez
Gramático, poeta, dramaturgo, ensayista, traductor y pensador español, aunque a él, como dijo en una entrevista, España no le interesaba nada, que era un sitio como otro cualquiera. Como buen anarquista su Patria era la Humanidad.
Agustín García Calvo, desde su anarquismo indescifrable, sin bridas ni dueño, utilizaba la palabra como un martillo contra lo que él denominaba la Realidad, con mayúscula, ese mundo construído por y para los poderosos.
Tuvo poco antes de morir en 2012, tras 86 años de ajetreada y fecunda vida personal y artística, la oportunidad de participar en el nacimiento del movimiento ciudadano del 15-M, esa incipiente rebelión ciudadana por la que había luchado y esperado tanto tiempo.
Quizás, si ahora viviera, se sintiera desconcertado de que ese primer impulso de rebelión cívica y pacífica se haya convertido poco a poco en una cada vez más silenciosa resignación social.
La gente sigue igual de indignada, preocupada por su futuro y el de sus hijos, cansada de tantas mentiras, esperando nuevas esperanzas, pero ahora lo hace de manera más dispersa, cada uno con sus batallas y ninguno en la de todas. Una protesta social asumible desde el poder político y financiero.
Este poeta mayúsculo menearía la cabeza, temeroso que el Dinero con mayúscula estuviera consiguiendo imponerse absolutamente en todos los niveles de la vida social y, quizás, recordaría lo que le dijo a un periodista de El Mundo en 1997 y tan actual 15 años después:
P- Su último libro, De Dios, ¿obra teológica?
R.- Ataca las formas y los nombres que Dios ha venido tomando a lo largo de la Historia, pero, sobre todo, la última, la forma y el nombre del Dinero, que es, en verdad, la última Epifanía del Señor... En El Porvenir de Castilla y La Mancha
Gramático, poeta, dramaturgo, ensayista, traductor y pensador español, aunque a él, como dijo en una entrevista, España no le interesaba nada, que era un sitio como otro cualquiera. Como buen anarquista su Patria era la Humanidad.
Agustín García Calvo, desde su anarquismo indescifrable, sin bridas ni dueño, utilizaba la palabra como un martillo contra lo que él denominaba la Realidad, con mayúscula, ese mundo construído por y para los poderosos.
Tuvo poco antes de morir en 2012, tras 86 años de ajetreada y fecunda vida personal y artística, la oportunidad de participar en el nacimiento del movimiento ciudadano del 15-M, esa incipiente rebelión ciudadana por la que había luchado y esperado tanto tiempo.
Quizás, si ahora viviera, se sintiera desconcertado de que ese primer impulso de rebelión cívica y pacífica se haya convertido poco a poco en una cada vez más silenciosa resignación social.
La gente sigue igual de indignada, preocupada por su futuro y el de sus hijos, cansada de tantas mentiras, esperando nuevas esperanzas, pero ahora lo hace de manera más dispersa, cada uno con sus batallas y ninguno en la de todas. Una protesta social asumible desde el poder político y financiero.
Este poeta mayúsculo menearía la cabeza, temeroso que el Dinero con mayúscula estuviera consiguiendo imponerse absolutamente en todos los niveles de la vida social y, quizás, recordaría lo que le dijo a un periodista de El Mundo en 1997 y tan actual 15 años después:
P- Su último libro, De Dios, ¿obra teológica?
R.- Ataca las formas y los nombres que Dios ha venido tomando a lo largo de la Historia, pero, sobre todo, la última, la forma y el nombre del Dinero, que es, en verdad, la última Epifanía del Señor... En El Porvenir de Castilla y La Mancha
