En el blog: Campos de fresa
Seguimos ensayando para el concierto agustiniano del día 11. Así sonó ayer una de mis piezas favoritas de García Calvo: la canción 23 de su Libro de conjuros, musicada por Luli.
11 de enero Ciento Volando en concierto
Seguimos ensayando para el concierto agustiniano del día 11. Así sonó ayer una de mis piezas favoritas de García Calvo: la canción 23 de su Libro de conjuros, musicada por Luli.
11 de enero Ciento Volando en concierto
Mira: para que me pierdas,
mira, si de mí te olvidas,
dispuesto estoy a pagarte con oro,
con sudor, con todo lo que me pidas.
Te daré lo que he ganado
y mi parte de la herencia
y más que vaya a robar a los bancos
o me presten todos los que me quieran.
Toma: tuya es esta casa
con su alberca y sus almendros,
con esta mesa en donde te escribo
y el dorado catre donde te sueño;
y te doy mis libros todos
con sus hojas perfumadas;
te doy la flor de saúco en verano
y la luna en marco de la ventana.
Todo lo que más quería
te lo doy por que me pierdas;
te doy ciudades y yeguas y hermanas,
hijos de mi amor y queridas prendas:
quítame a Malena, a Tránsito,
a Bebela, a los amigos,
a aquél que un día en mi mano lloraba,
y a Zuquita, que es la que más me quiso;
y mis títulos de gloria
te los dejo de propina,
aquel rumor de mi nombre en las plazas
y la tinta de oro con que lo impriman.
Tuyo soy: mi vida es tuya;
tuyo es todo lo que es mío: ,
mi alma entera y mi ser y persona,
toma, te Io doy: para ti: lo firmo.
Pero a cambio —te lo ruego—,
no te atrevas a los dioses:
su piel bañada en rocío, sus ojos
de becerra y águila no los toques;
a los ríos argentinos
murmullantes, a las dríades
del olmo, el álamo, el fresno, el endrino,
no les hagas daño; y a los humildes
burros que en hilera pasan
y a las nubes y al lucero
perdónalos; y las uñas de nácar
de estas manos y esos en el espejo
ojos claros no los mates;
y esta piel que huele a trigo
molido y las venas de leche que fluyen
déjalos, señora —te lo suplico:
que ésos no son yo: son masa
de los dioses misteriosos.
Oh, llévame, pero deja las rosas.
Ya que yo no puedo, que vivan otros.