Por Ramón Pérez Poza
Por el siglo XI antes de J. C. ya se habían dado las grandes civilizaciones de Babilonia y Egipto ...
Grecia es muy bonita, pero más bella es su cultura. Allí nació la ciencia y la filosofía (en Jonia) y, cuando en mi juventud, descubrí a Platón creí haber encontrado el paraíso de la razón; leí todos sus "Diálogos", uno tras otro con una pasión difícil de imaginar.
La acrópolis de Atenas -bajo el azul de su cielo- con las ruinas del Partenón, magnifica el pasado de la ciudad que, ubicada en el golfo de Egina, fue a lo largo de varios siglos patria de la filosofía y la ciencia, representante del mundo helénico.
La Grecia clásica, denominada Hélade por sus antiguos habitantes, comprendía además del territorio de la nación actual, también otras regiones cercanas al Mediterráneo oriental -con sus aguas de color turquesa- de manera que se podía dividir en tres grandes zonas: la Grecia continental europea, las islas del mar Egeo y la costa de la península de Anatolia, perteneciente a Turquía hoy día.
No sé si la arena, las rocas y las casas eran blancas como ahora, pero, sin duda, tendría un paisaje de una gran belleza natural, plagado de montañas y colinas escarpadas.
"¿Cuál de los dioses promovió
entre ellos la contienda para que pelearan?. El hijo de Leto y de Zeus.
Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste, y los hombres
perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises.
Éste, deseando redimir a su hija, se había presentado en las veleras
naves aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas de Apolo, el que
hiere de lejos, que pendían del áureo cetro, en la mano; y a todos los
aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos, así
les suplicaba:
- ¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija, y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, a Apolo, el que hiere de lejos.".
- ¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija, y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, a Apolo, el que hiere de lejos.".
(Homero, Ilíada 1, 8-21).
En el siglo V a. C., desde las colonias griegas de Asia Menor (Mileto, Éfeso, Clazómenas, Samos, etc.) se trasladó el escenario de la filosofía a la polis (Ciudad-Estado) (1) de Atenas.
Al principio la polis asimila la forma de gobierno monárquica, cuyo soberano tiene un poder limitado que ha recibido de Zeus.
Notas de Morozevich:
(1) Cada una de las Ciudades-Estado erigía un templo en honor de un dios protector (o de una diosa); Atenas adoraba a Atenea, Éfeso a Artemisa, Eleusis a Deméter, etc. Solamente los ciudadanos disfrutaban del privilegio de penetrar en su interior y participar en los ritos que allí se celebraban. Los actos más importantes de la vida tenían que ser consagrados en ellos.
"En efecto, el temor a la muerte no es otra cosa que creerse sabio sin serlo: presumir saber algo que se desconoce. Pues nadie conoce qué sea la muerte, ni si en definitiva se trata del mayor de los bienes que pueden acaecer a un humano. Por el contrario, los hombres la temen como si en verdad supieran que sea el peor de los males. Y, ¿cómo no va a ser reprensible esta ignorancia por la que uno afirma lo que no sabe? Pero, yo, atenienses, quizá también en este punto me diferencio del resto de los mortales y si me obligaran a decir en qué yo soy más sabio, me atrevería a decir que, en desconociendo lo que en verdad acaece en el Hades, no presumo saberlo. Antes por el contrario, sí que sé, y me atrevo a proclamarlo, que el vivir injustamente y el desobedecer a un ser superior, sea dios o sea hombre, es malo y vergonzoso. Temo, pues, a los males que sé positivamente sean tales, pero las cosas que no sé si son bienes o males, no las temeré, ni rehuiré afrontarlas."
(Apología de Sócrates, Platón).
LA MUERTE DE SÓCRATES (Parte II)
Por Ramón Pérez Poza
Sócrates (469-399 a. C.), hijo del escultor Sofronisco y de una comadrona, nació sano y fuerte, y no hay memoria de que padeciese enfermedad alguna en toda su larga vida. Desde pequeño fue un entusiasta de los ejercicios físicos, disfrutando siempre de su buena constitución.
Como bien se sabe, Sócrates no escribió nada, pero lo vivió todo, y su pensamiento lo conocemos a través de la obra de su discípulo Platón, del historiador Jenofonte y pocas fuentes más. Al Sócrates ideal que nos transmitió el primero, se contrapone la figura aparentemente realista que nos ofrece el segundo. Éste nos brinda su particular visión de la importante personalidad de Sócrates en una prosa más bien pobre, por medio de dos textos fundamentales: los "Recuerdos de Sócrates" y la "Apología o Defensa ante el jurado", complementados por el llamado "Simposio o Convite"; mientras que Platón en sus fluidos Diálogos poetiza al filosofar, expresándose con frecuencia a través de imágenes (1), analogías, metáforas, correspondencias, alegorías, etc.
"-La demostración, ¡oh Simmias y Cebes! -dijo Sócrates-, queda hecha ya en este momento, si quereis combinar en uno solo este argumento con el que, con anterioridad a éste, admitimos aquel de que todo lo que tiene vida nace de lo que está muerto. En efecto, si el alma existe previamente, y es necesario que, cuando llegue a la vida y nazca, no nazca de otra cosa que de la muerte y del estado de muerte, ¿cómo no va a ser también necesario que exista, una vez que muera, puesto que tiene que nacer de nuevo? Queda demostrado, pues, lo que decís desde este momento incluso. No obstante, me parece que, tanto tú como Simmias, discutiríais con gusto esta cuestión con mayor detenimiento, y que teméis, como los niños, que sea verdad que el viento disipe el alma y la disuelva con su soplo mientras está saliendo del cuerpo, en especial cuando se muere no en un momento de calma, sino en un gran vendaval.
(Fragmento de "FEDÓN o de la inmortalidad del alma", Texto de Platón).
Jenofonte también fue discípulo de Sócrates y, en el texto que sigue, se supone que su propósito fue hacer una defensa de su maestro. Es también una ‘Apología o defensa ante el jurado’, aunque a diferencia de la de Platón no está narrada en primera persona. Se cree que esta apología fue lo primero que escribió Jenofonte sobre Sócrates y que "Recuerdos de Sócrates" fue una ampliación de la misma.
"En cuanto a Sócrates, vale, a mi entender, la pena recordar también qué actitud tomó una vez que fue citado a juicio, así ante su defensa como ante su muerte. Es cierto que sobre esto han dejado escritos también otros, y todos han venido a dar en la arrogancia de su lenguaje, por lo que es sin más evidente que Sócrates habló en realidad en esa guisa; pero una cosa no han dejado suficientemente clara, y es que ya en aquel momento consideraba que para sí la muerte era más deseable que la vida; de modo que, al no tenerlo en cuenta, se aparece como más insensata su arrogancia."
(Apología o defensa ante el jurado, Jenofonte, Traducción de Agustín García Calvo).
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Jorge Cuña era un poeta extraordinario, que falleció el 30 de junio de 2.004, cuya memoria se honra. Nació en la Rúa de Santiago (Vigo, 1945); se trasladó a Pontevedra (1951-62). En Madrid (1964-68) estudió Lenguas Clásicas en la Universidad. Regresa a Galicia. "Atrás queda mucho de vida imposible y unas cuantas producciones poéticas. Lograron imprimirse "Serpigo" (1972), "Moloch" (1976) y "Mantis" (1988) que tanto ayudó para ir curándome la muerte de amigos." (De Mantis).